De junglas, marginaciones y distancias

Jordi Morató, Neus Ballús y Carlos Marqués-Marcet son unos jóvenes cineastas catalanes que se han revelado poderosamente con su respectivo primer largometraje, que les ha aportado premios y les ha llevado a festivales de todo el mundo.

¿Qué puede originar el deseo de hacer cine? Jordi Morató (Torelló, 1989) cree que tuvo la intuición de que crear cine es una forma de aprendizaje que acelera el aliento vital: “Y lo he comprobado porque tienes experiencias que requerirían mucho más tiempo en la vida ordinaria”.

© Fabiola Llanos
Neus Ballús, autora de La plaga, la gran ganadora de la sexta edición de los premios Gaudí.

Neus Ballús (Mollet del Vallès, 1980) no recuerda que pretendiera ser directora, pero piensa que su deseo se ori-gina en la voluntad de dar a conocer realidades cercanas a ella, porque de otra forma nadie más lo haría: “Por eso filmé a mi abuelo de ochenta años cuando quiso descubrir qué podía hacer con una cámara de vídeo. Y, para La plaga, rodé en Gàllecs, esa especie de tierra de nadie en el término de Mollet, de donde soy. En todo caso, aunque me resulten realidades cercanas, no conozco del todo a quién o qué filmo. El cine debe servir para conocer y para compartir el conocimiento. No me vale la pena rodar una película si al acabar no he aprendido nada nuevo”.

© Fabiola Llanos
Carlos Marqués- Marcet, director de 10.000 km, título que hace referencia a la distancia que hay entre Barcelona y Los Ángeles.

Carlos Marqués-Marcet (Barcelona, 1983) imagina que el origen de su vocación procede de la extrañeza que, en un momento de su infancia, sintió ante su imagen reflejada en un espejo, aunque sospecha que esto sea un relato compuesto para explicar su atracción por el cine. “Sentía que era yo y que a la vez no lo era –recuerda–. Me angustió, pero ahora sé que hay que vivir con esta angustia: que el yo también es otro. Sin embargo, es porque sientes que no sabes lo suficiente (si es que sabes algo) de los demás (y de ti mismo) por lo que haces cine o escribes o pintas. Entiendo el cine (no solo hacerlo, sino verlo) como un espejo en el que proyectas una imagen de ti a través de otros, pero no solo para identificarte de manera narcisista: amplía la visión sobre ti mismo, sobre la alteridad y sobre el mundo. En el espejo estáis tú y el otro juntos. Y también podría explicar que sentí ganas de hacer cine al descubrir un día por la tele Vivre sa vie, de Godard, aunque fuera en un programa de Garci y doblada al castellano”.

Habiendo estudiado los tres Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra (UPF), Jordi Morató, Neus Ballús y Carlos Marqués-Marcet se han revelado poderosamente con su respectivo primer largometraje, que les ha aportado premios y les ha llevado a recorrer festivales.

© Fabiola Llanos
Jordi Morató, director del documental ensayístico Sobre la marxa.

Morató, el más joven, de solo veinticinco años, dice que no podía imaginar que llegaría tan lejos con un proyecto concebido primeramente como un trabajo de final de carrera a propósito de la particular selva que Josep Pujiula, el Garrell, se creó en un pequeño bosque del término de Argelaguer (comarca catalana de La Garrotxa).

El título de su documental ensayístico es Sobre la marxa (El inventor de la selva), que refleja la manera recurrente con que el mismo Garrell define cómo ha construido y reconstruido todo un mundo durante cuarenta años. “Lo hizo todo sobre la marcha, sin una idea preconcebida, construyendo edificaciones, canalizando el agua, en un lugar donde jugó y se bañó de niño. Volvió para continuar jugando. Allí llegó a sentirse como Tarzán, un hombre libre y salvaje, pero unos gamberros de la civilización invadieron su paraíso reencontrado. Para evitar que lo estropearan, lo destruyó él mismo. Más tarde lo rehízo, hasta que la construcción de una autovía volvió a asediar su mundo. Nuevamente destruido, lo reanudó para levantar torres todavía más altas hasta que llegó un informe técnico de los Mossos. Ahora mismo está excavando y ha construido su tumba”, explica Morató, que, tras haber filmado uno de los documentales del año, continúa formándose en el Máster en Documental de Creación del IDEC-UPF mientras va trabajando como cámara y montador.

Jordi Morató supo de aquella “jungla inventada” por unos amigos. Le fascinó la aventura humana del Garrell, y emprendió una propia durante la que confirmó su intuición originaria: “Yo también he trabajado sobre la marcha, sin partir de una idea, aprovechando todo aquello que encontraba, intentando superar las contrariedades sin amargarme. Todo esto lo he aprendido del Garrell, pero sobre todo me ha animado que él se lo haya pasado bien con cada palo que añadía. Es una lección de vida y, por lo tanto, sirve para hacer cine. Me lo he pasado bien con cada palo del filme, sin calcular nada ni esperar”. Morató cree que esta actitud (este júbilo y esta libertad) es el factor que ha hecho posible la película. A ello hay que sumar el largo tiempo que le ha dedicado, más de cinco años, y, sin duda, el apoyo generoso de muchas personas, en particular de Isaki Lacuesta e Isa Campo, que han asumido la producción.

En los límites entre documental y ficción

Lacuesta y Campo también dieron apoyo a Neus Ballús, que, con su compañero Pau Subirós, creó la productora El Kinògraf y, después de varios cortos, emprendió la creación de La plaga, la gran ganadora de la sexta edición de los Premios Gaudí. La película cuestiona las fronteras entre documental y ficción, construyendo un relato con la vida de cinco personas que confluyen en un mismo territorio y reflejan una realidad social relativa a la inmigración, la vejez, la prostitución y las dificultades del campesinado.

“¿Qué hizo posible La plaga? Supongo que mi tozudez tuvo algo que ver, pero evidentemente la colaboración de muchas personas, empezando por sus protagonistas –comenta Neus Ballús–. Nosotros, por lo que respecta a la producción, dimos todos los pasos que nos indicaron y, sorprendentemente, la cosa funcionó y encontramos los recursos para llevarla a cabo. Ahora bien, sobre todo la hizo posible, tal y como es, la idea de mostrar de manera naturalizada, con toda su complejidad vital, a unas personas y unas realidades que, o bien se las ignora, o bien se las  trata como marginales”.

Neus Ballús está gestando su segundo largometraje, con el que quiere abordar la dificultad de una relación de igualdad entre personas del “mundo rico” y personas de países pobres con todo el peso de la explotación colonial. Añade que, aunque tenga previsto rodar parte de la película en Senegal, continuará hablando de una realidad que le resulta próxima: “Me inquieta esta dificultad porque la conozco”.

A 10.000 km de Barcelona

De acuerdo con su idea de que el cine es un espejo que refleja al yo y al otro, 10.000 km, de Carlos Marqués-Marcet, es una ficción en la que se puede reconocer el interés de su director por la fotografía y el hecho de que viva en Los Ángeles –la misma ciudad en la que reside la protagonista femenina del filme–, adonde se trasladó en el 2009 con una beca de un año de la Fundación “la Caixa”.

Aunque vuelva a menudo a Barcelona, lugar de producción y rodaje de un filme que sobre todo transcurre en interiores, Marqués-Marcet se quedó en Los Ángeles porque le fueron saliendo trabajos y, de hecho, le gusta vivir allí. Podría pasarle lo mismo a Alexandra, la protagonista, que también se va de Barcelona con una beca y que, pese a la comunicación por Skype con su compañero, experimenta una crisis en que la distancia física –los 10.000 kilómetros que separan las dos urbes– evidencia otra más profunda.

“He intentado hablar de cómo gente que se quiere se distancia porque sus deseos son diferentes, aunque nadie tenga la culpa de ello”, me comentó Carlos Marqués-Marcet en una conversación por Skype mientras yo estaba a punto de cenar y él comía en Los Ángeles antes de reanudar un trabajo de montaje para una amiga. Ha trabajado como montador (y continúa haciéndolo porque le es cómodo ponerse al servicio de otros) mientras filmaba cortos esperando que le surgiera la posibilidad de rodar un largo. “La amistad lo ha hecho posible, los amigos que han cola-borado y que me han llevado a buscar el dinero para poder pagarles un poco”.

Imma Merino

Periodista y crítica de cine. Profesora de la UdG

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *