No solo ‘smart’, también talento creativo

¿De qué manera entra el mundo smart en el ámbito cultural de una ciudad? ¿Cómo se combina la tecnología con la ciencia para crear un espectáculo que modifica el espectador cada noche? ¿La empresa y la administración pueden abrir entornos de innovación al ciudadano? El proyecto BarcelonaLab reúne una buena cantidad de ejemplos que dan respuesta a estas preguntas.

© Oriol Malet

“Y así, después de más de un año de asedio, por fin llegamos al 11 de septiembre de 1714. Todo empezó con una terrorífica descarga artillera a las cuatro y media de la mañana”, relata conmocionado Martí Zuviría en el libro Victus, de Albert Sánchez Piñol, cuando es consciente de la inevitable derrota.

La Fura dels Baus están dispuestos a revivir los momentos agónicos del joven Zuviría con su nuevo espectáculo M.U.R.S. 1714–2014. El Castillo de Montjuïc volverá a experimentar qué sucede cuando una ciudad está sitiada. “Abriremos el Festival Grec de este año y reproduciremos parte del asedio de hace trescientos años”, explica Pep Gatell, uno de los directores artísticos de la compañía catalana La Fura dels Baus.

En su tónica habitual, la compañía provocará al público para que se descontrole y reaccione a inputs incómodos. “¿Cómo interactúa la gente cuando vive un asedio? ¿Cómo se mueve? ¿Cómo responde a los puntos de revolución planteados? Es un experimento colectivo y cada representación será diferente. Daremos una explicación científica a sus movimientos en tiempo real”, añade Gatell.

“Mediremos el grado de inquietud del público, monitorizaremos si se van a la derecha o a la izquierda y plantearemos patrones de comportamiento –explica por su parte Josep Perelló, coordinador de la oficina Ciencia Ciudadana del BarcelonaLab y uno de los ocho científicos de la Facultad de Física de la UB y del MoveLab del CSIC que analizarán al público–. Hace dos años ya estudiamos los movimientos de centenares de visitantes en la Fiesta de la Ciencia y la Tecnología a partir del proyecto Bee-Path”.

Para entender y participar en el espectáculo M.U.R.S. habrá que ir equipado de un teléfono inteligente y descargar su aplicación, dejando abierta la opción de geolocalización. La conexión inalámbrica la facilitará IGLOR –start up tecnológica de Barcelona– y los drones que volarán en el cielo nocturno grabando el espectáculo serán una aportación de Ars Electronica. Pantallas repartidas por el recinto mostrarán una parte de lo que esté ocurriendo. La otra, la recibirán a través del móvil. “Será una manipulación total y la gente tendrá que tomar partido. ¿Actuaremos como nuestros antepasados que se asociaron para no dejarse aplastar? ¿O no conseguiremos la armonía necesaria?”, se preguntan los seis directores de la Fura que, después de veinte años, vuelven a estar juntos en este montaje.

La Fura dels Baus, los científicos de la UB –mediante la oficina Ciencia Ciudadana– y IGLOR participan en el proyecto BarcelonaLab. “La idea es crear sinergias en cuádruple hélice, es decir, entre los centros de investigación, la administración pública, la empresa y los ciudadanos –comenta Inès Garriga, directora de Creatividad e Innovación del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB)–. BarcelonaLab debe entenderse como un paraguas bajo el que conviven propuestas con retos muy diferentes y que se sirve de los escaparates o festivales de la ciudad como espacios-laboratorios de innovación. En el Grec, en La Mercè, en la Fiesta de la Ciencia o en el Festival Dau ya se ha mostrado ese talento innovador de la ciudad”.

Es el caso del proyecto de tecnología musical Barcelona Soundscapes. Los ingenieros que hay detrás del mismo se plantearon, en el 2012, crear un mapa sonoro de la ciudad. Una aplicación de móvil y un GPS ayudarían a escuchar los sonidos. “Para llevar a cabo el proyecto, la Universidad Pompeu Fabra (UPF) utilizó la base de datos Free Sound, i2CAT destinó un servidor para alojar la herramienta y la Fundación Phonos está programando talleres para que la gente grabe los sonidos”, explica Víctor Jiménez, ingeniero de i2CAT. La idea de Barcelona Soundscapes, surgida de la combinación de comunidades del BarcelonaLab, ya ha creado vínculos en Nueva York con el proyecto Citygram, en el que el ciudadano puede hacer contribuciones sonoras desde su casa y visualizarlas en un mapa. “Ahora, con el periodista musical Albert Puig, se está pensando en añadir emociones al mapa sonoro. Los músicos crearán capas armónicas sincronizadas en una determinada localización. Cada ciudadano vivirá una experiencia única mientras pasea”, añade Jiménez. “El proyecto es muy potente y puede tener otras aplicaciones –comenta Alba Rosado, del Grupo de Investigación en Tecnología Musical de la UPF–. Imagine que con una aplicación pudiéramos pasar por un bar y saber el estilo de música que se escucha dentro. Eso es el branding sonoro. O identificar edificios emblemáticos como el Liceu o la Boqueria con una música ligada a su identidad”.

Aplicaciones para resolver retos culturales

Desde que los teléfonos móviles son también “inteligentes”, las ciudades se han llenado de una infinidad de nuevos servicios culturales que tienen en el punto de mira al ciudadano y al visitante extranjero. Los ayuntamientos descubren un filón en el hecho de tener al alcance tecnología sencilla que provoca interacciones y permite palpar los gustos y las necesidades de la gente.

Carles Ferreiro, fundador de la empresa tecnológica Dotopen, vivió unos años en Silicon Valley. El conocimiento adquirido lo llevó de nuevo a Barcelona y en el 2009 creó AppCircus, la comunidad mundial de desarrolladores de aplicaciones móviles. En cuatro años ya han organizado ciento veinte acontecimientos en cincuenta ciudades del mundo. La fórmula que Dotopen propone no es exactamente ofrecer servicios desde la administración al ciudadano, sino proponer a estos que los diseñen. “Los ayuntamientos no deben ser como máquinas expendedoras, donde entra el dinero en forma de impuestos y salen servicios”. Así, junto con el ICUB, se convocó el año pasado el concurso Apps&Cultura, al que se presentaron más de sesenta ideas y se crearon veintidós aplicaciones. Las ganadoras fueron Meetogo, una aplicación para conectar a gente con los mismos gustos musicales, y Unique Visitors, para compartir itinerarios de visitas a museos. Experiencias como estas están situando Barcelona en una posición de reconocimiento tecnológico internacional. Una de las más notables y recientes manifestaciones de este reconocimiento ha sido la concesión a la ciudad, por parte de la Comisión Europea, del premio Capital Europea de la Innovación. El premio se otorgó por primera vez el pasado mes de marzo, y reconoce la capacidad de facilitar la conexión entre los ciudadanos, las administraciones, el mundo académico y las empresas. Es decir, la cuádruple hélice de Inès Garriga.

‘To be or not to be smart’

© Meet2Go
Meet2Go, la aplicación que ganó el primer premio del concurso Apps@Cultura, otorgado por el ICUB, en su primera edición de 2013, pone en contacto a personas de gustos semejantes para compartir conciertos y otras actividades.

Aunque parece que la tecnología y la cultura también pueden ir de la mano para aumentar la creatividad vinculada a la innovación, el tecnólogo y activista Evgeny Morozov, autor de diversos libros sobre la evolución de internet, alerta con énfasis sobre la manipulación de las compañías de Silicon Valley y de cómo nos venden una vida perfecta, sin conflictos ni desilusiones, a través de unos productos smart que nos resuelven la vida, haciéndola más práctica e inteligente. “No todo lo que necesita ser arreglado hay que arreglarlo. Lo imperfecto también es bueno. Si todo fuera eficiente, ¿por qué tendríamos que innovar?”. Según Morozov, estas multinacionales nos están haciendo perder la capacidad de decidir, de resolver problemas entre comunidades, de defender la convivencia o de preservar unos márgenes de libertad.

Inès Garriga, puntal de la innovación en Barcelona desde el ICUB, le da la vuelta a la crítica feroz de Morozov y precisa: “Tenemos que aprovechar el talento creativo de las ciudades. Está claro que no podemos vivir solo de la tecnología. En realidad son las personas las que hacen las ciudades inteligentes”.

Karma Peiró

Periodista digital

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