La inteligencia tecnológica, que solo tiene sentido si facilita la vida, es nada más una parte de la inteligencia que necesitamos.
'Smart cities'
‘Smart’ se ha convertido en el prefijo con que etiquetamos ámbitos concretos de nuestra vida, del transporte a la salud, pasando por la logística, la telefonía o la gestión de residuos. El futuro de las ciudades será inevitablemente ‘smart’, pero no podemos ignorar el desconcierto que rodea a este nuevo mundo. A la vez que emergen políticas ‘smart’ transversales, oímos voces críticas que reclaman un modelo democratizador en relación con las tecnologías inteligentes.
Las ciudades ya no se tocan, ya no se huelen; las ‘smart cities’ se viven a través de los dispositivos móviles. Las ciudades inteligentes avanzan imparables hacia un futuro no muy lejano gracias al desarrollo de aplicaciones que ayudan al ciudadano a comprender su entorno.
La City Protocol Society ya está en marcha. Después de poco más de un año de preparación, en octubre de 2013 quedó formalmente constituido en California el consorcio internacional que promueve el denominado City Protocol, un conjunto de acuerdos y estándares para avanzar en el desarrollo de las ciudades inteligentes. Barcelona tiene un papel destacado en el proceso.
¿De qué manera entra el mundo ‘smart’ en el ámbito cultural de una ciudad? ¿Cómo se combina la tecnología con la ciencia para crear un espectáculo que modifica el espectador cada noche? ¿La empresa y la administración pueden abrir entornos de innovación al ciudadano? El proyecto BarcelonaLab reúne una buena cantidad de ejemplos que dan respuesta a estas preguntas.
La dimensión ‘smart’ del puerto empieza por convertir cada gesto en información de valor. Ya hace más de quince años que el puerto de Barcelona aplica iniciativas pioneras que han permitido generar servicios más eficientes y competitivos y con un impacto ambiental más bajo. Conseguir una mejor planificación de la movilidad con el uso de las tecnologías ‘inteligentes’ es también uno de los grandes retos actuales del gestor del transporte metropolitano.
Las enfermedades crónicas suponen entre el 70% y el 80% del coste público sanitario en los países de la OCDE. Las nuevas tecnologías de la comunicación permiten mejorar la asistencia y reducir gastos.
En el ámbito de las tecnologías urbanas ‘inteligentes’, Barcelona está pasando de campo de pruebas a terreno de implementación real. En este artículo examinamos cuál es su horizonte más inmediato y los retos que se plantean.
Este artículo es claramente provocativo. Subrayar los riesgos de las ‘smart cities’ no supone en ningún caso una enmienda a la totalidad, sino que es un intento de llamar la atención sobre algunas de las disfunciones ya evidentes en la aplicación en el ámbito urbano de tecnologías y procesos “inteligentes”.
Falta un relato de la ‘smart city’ que ponga sobre la mesa los desafíos sociales y políticos, capaz de hacerse preguntas de modo crítico. Hay que ampliar el concepto para que represente la experiencia de la vida diaria de la ciudadanía.