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Barcelona cultura

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Gregory Maqoma: "Mi responsabilidad pasa por seguir haciendo preguntas, pero también por transmitir esperanza"

Dom 23/05/2021 | 02:00 H

Por Andreu Gomila

Gregory Maqoma es hoy en día uno de los referentes indiscutibles de la danza, no solo de la que nace en África, sino a nivel mundial, gracias a un trabajo intenso a la hora de mezclar la danza tradicional y la contemporánea. Ha trabajado con Akram Khan, Faustin Linkeluya y Sidi Larbi Cherkaoui, entre otros. Nacido en Soweto en 1973, hace más de 20 años que fundó en Johannesburgo el Vuyani Dance Theatre, desde donde salen producciones que dan la vuelta al mundo. En el Grec 2021 hará el estreno mundial de 'Broken Chord' (acorde roto), un gran espectáculo en que es el único bailarín, pero que cuenta con cuatro cantantes tradicionales sudafricanos y el Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Habla del primer coro negro sudafricano que, a finales del siglo XIX, efectuó una gira que le llevó a Inglaterra, EEUU y Canadá. No se conservó ningún registro sonoro, solo un puñado de fotografías.

¿Cómo te enamoraste de la historia de este coro?
Fueron ellos los que me encontraron a mí. Hace cuatro años estaba trabajando con el compositor de 'Broken Chord', Thuthuka Sibisi, quien había montado una exposición en el Museo del Apartheid de Johannesburgo, un lugar que amo de verdad. La exposición sonora, situada en una sala oval, hablaba del coro sudafricano, con la música que habían imaginado Sibisi y Philip Miller y no pude hacer otra cosa que ponerme a bailar. No podía parar de moverme. Había una cámara que giraba alrededor mío y no podía parar. Al cabo de 40 minutos, lo hice, me miré bien la exposición y me dije: qué historia tan increíble. Inmediatamente, me di cuenta de que todos me miraban. Yo estaba en el centro de la sala rodeado de las fotografías del coro que habían sobrevivido. Yo solo era el reflejo de la música y de la historia. Empecé a pensar sobre la mirada, sobre cómo me miraban, pero también sobre cómo el público europeo debía mirar aquel coro, cómo los recibió en aquella época, un coro negro africano que representaba los sentimientos de un pueblo. En esta obra, la mirada es muy importante, como la gente miraba ese coro.

¿Es como si hubieras atado un cordel que va de aquella época a la actualidad, como si te conectaras con la historia de Sudáfrica?
Totalmente. Intento averiguar cómo vivimos el pasado en el presente. Haciendo la pieza aparecieron muchas preguntas: ¿Cómo hemos cambiado, desde sus actuaciones a la mía, en tanto que jóvenes sudafricanos? ¿Qué expectativas tenía el público europeo entonces y ahora ante una propuesta como esta? Me interesa esta tensión que hay en medio de todo esto, entre el público y los intérpretes.

¿Cómo explicas la historia de ese coro?
Todo se explica a través de la música. Hay efectos e imágenes que aparecen. De aquel coro, solo tenemos los títulos de los temas que cantaron. Tenemos el programa de mano. Nada más. Y Sibisi imagina cómo habría sonado aquella música. Imaginando la historia de aquella música tengo la oportunidad de responder a partir del movimiento. Hago un acercamiento ético. No se trata solo de un reflejo en el movimiento del cuerpo, sino que también hay texto, elementos visuales y la gente que hay en escena, sin jerarquías.

¿Bailas solo?
Soy el único bailarín, pero no estoy solo, ya que hay un cuarteto de cantantes. Todos somos intérpretes que nos relacionamos con la historia de maneras diferentes. Yo soy el catalizador, la fuerza motriz.

"Me interesa la tensión, la confrontación, la mirada. La confrontación constante entre razas, algo que todavía hoy tenemos que resolver"

Que el coro sea blanco, ¿no será un shock?
Esta es la idea. En cada lugar donde hacemos el espectáculo, tenemos un coro local. El estreno será en Barcelona. Y me interesa la tensión, la confrontación, la mirada. La confrontación constante entre razas, algo que todavía hoy tenemos que resolver. Existe la idea de jerarquía, del sentimiento imperial. Piensa que aquel coro cantó ante la reina de Inglaterra.

Ante, ni más ni menos, que de la reina Victoria, la persona más poderosa de la época.
Para ellos, fue algo importante, que los viera la reina. Era una cuestión de jerarquía, de tener derecho a ser vistos por la reina. Esto es un elemento importante en la pieza.

¿De qué manera mezclas las danzas tradicionales sudafricanas y la contemporánea?
No he tenido que hacer ninguna elección, ya que nací de la mezcla. Allí donde crecí, ya desde pequeño, estaba expuesto a las formas modernas y contemporáneas, tanto musicales como en cuanto a la danza. Siempre me presento como un cóctel, una mezcla de emociones. No un cóctel que te intoxica, sino uno que te mantiene sobrio y te hace explorar las emociones y que algo, dentro de ti, cambie.

Pero estudiaste a P.A.R.T.S., en Bruselas. ¿De qué manera te influyó pasar por la escuela de Anne Teresa De Keersmaeker?
Aquella experiencia me hizo dar cuenta que lo que tenía dentro era mucho mayor que lo que podía recoger en cualquier lugar del mundo. Así que decidí invertir más tiempo en Sudáfrica, investigar mi propia tradición y cultura, y estudiarla. Me di cuenta del poder de esta tradición. P.A.R.T.S. me abrió una ventana para que me viera a mí mismo, para que me diera cuenta de lo que mi país podía ofrecerme, por su historia y, de nuevo, por su historia colonial. Había muchas cosas a desmantelar en un lugar donde había muchas cosas establecidas para, en un cierto sentido, lavar cerebros.

"Por cada niño que te ve, por cada niño que ve un sueño manifestándose en la obra de un artista negro, que trabaja en el país y no se va, se crean oportunidades para todos"

Eres de la primera generación de artistas negros sudafricanos que pudo crear sin el apartheid. ¿De qué manera te ha marcado?
La razón por la que decidí quedarme en Sudáfrica, para vivir, para trabajar, tiene que ver con la intención de cambiar la narrativa de los artistas negros en nuestro país. Por cada niño que te ve, por cada niño que ve un sueño manifestándose en la obra de un artista negro, que trabaja en el país y no se va, se crean oportunidades para todos. Oportunidades para crear voces propias. Esto ha sido maravilloso, para mí, enraizarme y utilizar mi historia, mis desventajas, para intentar cambiar el mundo.

Esto es mucha responsabilidad.
No lo doy por sentado. Elijo con mucho cuidado las historias que cuento. Deben resonar en mis creencias y en la historia de mi país, en el sufrimiento que ha experimentado tanta gente. Si puedo ser su voz y permitirles, de alguna manera, vislumbrar cualquier forma de esperanza... Mi responsabilidad pasa por seguir haciendo preguntas, pero también por transmitir esperanza.

Tienes un amigo catalán, el coreógrafo y bailarín Roberto Oliván, con quien estudiaste en P.A.R.T.S.. Con él levantaste 'Lonely Together', que se vio en el Grec 2014. ¿Aquella colaboración, no dará más frutos?
Aún soñamos en continuar haciendo aquella pieza, sobre todo ahora. Después de un evento como ha sido y es el covid, nos hemos dado cuenta de su relevancia. 'Lonely Together' habla de la propia soledad, de cómo te enfrentas a ella, como te ahogas en ella. Creo que mucha gente ha experimentado esta sensación de soledad en el último año. Tenemos la oportunidad de volver a hacerla en agosto, en Alemania.

Hace siete años previsteis el futuro.
Tenía la sensación de que la pieza volvería a estar de actualidad porque es un reflejo de nuestro tiempo, de ahora.

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