La aparición o reaparición de determinadas enfermedades se explica por la alteración del equilibrio entre los agentes implicados (huésped, patógeno y medio ambiente) producida por multitud de factores –derivados en su mayoría de la acción humana–, entre los que destacan el cambio climático y la globalización.
Las ciudades son ecosistemas relativamente nuevos y carecen de estructura de regulación de las poblaciones de animales. En este contexto, determinadas especies se adaptan y proliferan sin ningún tipo de control, convirtiéndose en plagas urbanas. Es el caso de palomas, gaviotas, mosquitos, ratas, cucarachas o cotorras.
La convivencia de algunas de estas especies con las personas en un mismo territorio geográfico puede acarrear problemas ambientales y económicos, como la insalubridad de los espacios, la degradación del mobiliario urbano y la propiedad privada, la contaminación de alimentos y aguas o la transmisión de enfermedades.
Desde las administraciones se trabaja para identificar las plagas presentes en el entorno urbano y los riesgos que de ellas puedan derivarse. La investigación incluye la identificación y registro de la prevalencia de diferentes enfermedades, la vigilancia de los reservorios de especies huéspedes existentes, la distribución geográfica de las plagas y su dinámica de transmisión.
La Administración impulsa programas para reducir el impacto negativo de estas plagas en ciudades o pueblos. Su objeto es mantener las especies nocivas por debajo del umbral de tolerancia, empleando en primer lugar los factores naturales de mortalidad y posteriormente utilizando métodos de control integrados (biológicos, físicos, químicos, etc.) compatibles con el medio ambiente y la salud pública.
Enfermedades emergentes y reemergentes
La vigilancia epidemiológica implica el estudio poblacional de las especies a controlar, así como la identificación de las enfermedades transmitidas entre animales y humanos y su impacto global, con objeto de prevenir determinados riesgos relacionados con la sanidad animal, la salud pública y la conservación de especies, y para decidir las estrategias más adecuadas al territorio.
Sabemos que un 60 % de los organismos infecciosos para los humanos son responsables de enfermedades zoonóticas. Un 80 % de estas enfermedades se transmiten por vectores plaga, como garrapatas, pulgas o mosquitos, y la gran mayoría reciben la denominación de enfermedades emergentes o reemergentes. Las emergentes son las enfermedades de nueva aparición en una población o zona geográfica concreta, y las reemergentes, las que existían en el pasado y que presentan un aumento de su incidencia o de extensión de su área geográfica de distribución. Las enfermedades transmitidas por vectores –agentes que pueden propagar o transmitir una enfermedad de un organismo a otro–representan más del 17 % de todas las enfermedades infecciosas y provocan cada año más de un millón de defunciones.
La aparición o reaparición de determinadas enfermedades se explica por la ausencia o alteración del equilibrio entre los agentes implicados: huésped, patógeno y medio ambiente. El equilibrio se ve alterado por multitud de factores –en su mayoría derivados de la acción humana– entre los que destacan el cambio climático, el incremento de los viajes intercontinentales y las migraciones, el transporte de animales, la deforestación y la urbanización, la agricultura y la ganadería, la superpoblación, la pobreza, la pérdida de biodiversidad y la introducción de nuevas especies.
Cambio climático y globalización, factores clave
El cambio climático es uno de los factores clave en la extensión de las plagas. El calentamiento global de la Tierra tienen un efecto directo sobre los vectores que transmiten enfermedades. Los aumentos de temperatura incrementan el área de distribución de muchos vectores, pues facilitan su desarrollo. Por otro lado, la globalización conlleva un libre transporte de mercancías que favorece desplazamientos involuntarios de organismos. Dichos desplazamientos son la principal causa de la ampliación del área de distribución geográfica de determinadas enfermedades. Por ejemplo, la presencia del mosquito tigre, especie asiática invasora mundial, está relacionada con el transporte de neumáticos usados y/o productos de jardinería.
No todas las plagas tienen el mismo impacto sobre la salud pública. Sin embargo, hay que destacar algunas especialmente relevantes por su capacidad de transmisión. Las enfermedades transmitidas por vectores son un grupo de infecciones emergentes y reemergentes que constituyen hoy una amenaza para Europa. Entre las enfermedades vectoriales que constituyen un riesgo real hay que mencionar el paludismo importado, virosis como el dengue, el chikunguña, la fiebre de Zika y la fiebre del Nilo Occidental, o el caso más reciente de fiebre hemorrágica por virus de Crimea-Congo, transmitida por la picadura de garrapatas.
El mosquito tigre en Barcelona
En el ámbito municipal, las medidas de control del mosquito tigre tienen por objeto prevenir su proliferación y reducir su presencia a fin de minimizar los efectos negativos sobre la población (molestias y transmisión de enfermedades, principalmente). En esta línea, la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) despliega su programa de vigilancia y control de mosquitos en los espacios públicos para mantener la especie bajo control. El despliegue resulta particularmente complejo en una ciudad de las dimensiones de Barcelona, con más de millón y medio de habitantes, y por la abundante presencia de elementos potencialmente favorecedores de la proliferación de mosquitos, como las 75.000 bocas de alcantarilla y las más de 300 fuentes ornamentales de la vía pública.
Uno de los objetivos principales del programa es determinar las áreas potenciales de actividad del vector, mediante la recogida de datos sobre la presencia del mosquito. Cada año, entre los meses de abril y noviembre, se lleva a cabo una vigilancia continuada de los puntos de riesgo, las áreas en las que se detectó actividad importante del insecto en la temporada anterior. También son una fuente de información básica las incidencias ciudadanas, y se realizan inspecciones en las zonas afectadas. La búsqueda de nuevas herramientas para mejorar el sistema también es una prioridad. Por este motivo la ASPB se ha unido al proyecto Mosquito Alert, que ha desarrollado una aplicación móvil de igual nombre que permite a la ciudadanía avisar de la presencia del mosquito tigre. Los datos recogidos por todos los medios citados permiten priorizar y organizar las diferentes actuaciones de prevención y control.
El control de las arbovirosis
Las arbovirosis son enfermedades provocadas por un conjunto de virus que se transmiten por artrópodos. Debido a la alta incidencia de estas enfermedades, en 2013 la ASPB, con la colaboración del Hospital Clínic de Barcelona, puso en marcha un proyecto piloto de vigilancia de arbovirosis para reducir su riesgo de transmisión. El buen funcionamiento del proyecto, junto con la publicación por parte de la Generalitat del Protocolo para la vigilancia y control de las arbovirosis transmitidas por mosquitos, hizo que en 2014 se implantara este sistema de vigilancia en todo el territorio catalán, en coordinación con los diferentes agentes implicados. Además, también han contribuido a la mejora de la detección de arbovirosis, por un lado, la creación de la Red de Vigilancia Epidemiológica y, por otro, la regulación de los sistemas de notificación de enfermedades de declaración obligatoria y brotes epidémicos, mediante la cual el dengue y la chikunguña han pasado a ser consideradas enfermedades de declaración obligatoria en Cataluña. Finalmente, la emergencia de salud pública de importancia internacional declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 1 de febrero de 2016 por las microcefalias y otros trastornos neurológicos –como el síndrome de Guillain-Barré (SGB)– asociables al virus de Zika, también representó una mejora en las comunicaciones relacionadas con esta enfermedad.
La constante aparición de casos importados de dengue, chikunguña y recientemente de fiebre de Zika en nuestro territorio, junto con la detección de casos autóctonos en Francia, muy cerca de nuestra frontera, han puesto de manifiesto la necesidad de establecer protocolos que incluyan acciones de vigilancia virológica, detección precoz y confirmación diagnóstica rápida de los casos –así como una buena vigilancia entomológica y animal para determinar su nivel de riesgo para la salud humana– e instaurar medidas de intervención inmediatas. Para ello es imprescindible la coordinación de todas las partes implicadas, es decir, entomólogos, sanidad animal, epidemiólogos, clínicos y virólogos.
Siguiendo estas pautas, el sistema de vigilancia y control de arbovirosis consta de dos elementos clave. Por un lado, el Servicio de Epidemiología se encarga, en primer término, de filtrar los casos de pacientes con dengue, chikunguña y fiebre de Zika que llegan a la ciudad en fase de viremia, es decir, el período en que la persona afectada tiene una cantidad de virus en sangre suficiente para posibilitar la transmisión a una persona sana a través de un mosquito vector que eventualmente la pique. Asimismo, efectúa una encuesta epidemiológica que incluye recomendaciones y recoge información para dar continuidad a las acciones requeridas y llevar a cabo el seguimiento posterior del paciente: datos personales, lugar adonde había viajado, antecedentes de picaduras, lugares visitados en el periodo de viremia, etc.
Por otro lado, una vez efectuada la encuesta epidemiológica, los casos que han llegado en fase de viremia son comunicados al Servicio de Vigilancia y Control de Plagas Urbanas (SVIPLA), que se encarga de contactar con la persona para reforzar las recomendaciones de prevención y protección, efectuar una inspección entomológica en su domicilio y vía pública adyacente y valorar la realización de otras inspecciones en función de los lugares visitados y tiempo de permanencia durante el período de viremia: domicilios de familiares o amigos, lugar de trabajo, lugares de recreo, etc. El objetivo de todas estas acciones es detectar la presencia del vector implicado y reducirla para minimizar la posibilidad de transmisión.
En paralelo a estas labores, los lugares inspeccionados se monitorizan con trampas o elementos de captura para analizar los mosquitos y descartar la presencia de virus en el vector, presencia que aumentaría el riesgo de transmisión y comportaría la adopción de medidas de control. En cualquier caso, si se detectan mosquitos o la circulación de virus, se efectúan labores de control (larvicida o adulticida) y se programan seguimientos periódicos en la zona hasta la ausencia de actividad vectorial.
Participación ciudadana
El control municipal de plagas, para ser efectivo, requiere un notable grado de colaboración ciudadana, pues gran parte de los focos de cría se encuentran en propiedades privadas, particularmente en el caso del mosquito tigre. En este sentido, resultan básicas la sensibilización y la concienciación del público para difundir el conocimiento de la especie de mosquito y su comportamiento, de los riesgos asociados a su proliferación, de las medidas de protección individual y de las estrategias de control que se pueden adoptar para reducir o eliminar los focos de mosquitos en el ámbito doméstico.
En conclusión, las plagas que conviven en nuestras ciudades o pueblos pueden provocar diferentes tipos de problemas, entre los que se halla la transmisión de enfermedades. Para aplicar estrategias de control que permitan reducir los riesgos y minimizar el impacto global sobre la salud pública es necesario contar con un sistema de vigilancia que permita identificar el estado sanitario de las poblaciones, la capacidad de transmisión de enfermedades en su seno y su distribución territorial.