Itziar González: “Rescatar la Rambla es irrenunciable”

Foto: Pere Virgili

Foto: Pere Virgili

La ciudad parecía haber perdido para siempre su paseo por excelencia, o por lo menos así lo pensaban muchas personas. El equipo Km_zero ganó un concurso de ideas para mejorar la Rambla con un proyecto que quiere que sea catalizador de las esperanzas colectivas en su renacimiento.

 

La Rambla –o Les Rambles, como prefieren llamar al paseo para destacar su multiplicidad y diversidad, y a la vez respetar la denominación tradicional y aún más extendida– se repensará gracias al equipo Km_zero, que ganó el concurso para la mejora integral de esta importantísima vía barcelonesa. La arquitecta Itziar González (1967), exconcejala del Ayuntamiento y vecina de Ciutat Vella, lidera el proyecto, que detalla en esta entrevista. Nos recibe en uno de los bajos del Palau de la Virreina, donde trabaja en equipo desde hace semanas y donde todos los vecinos son bienvenidos a colaborar. En las páginas que siguen nos habla de los cambios que prevé en el paseo y del método horizontal que quiere emplear para conseguir que participen todos cuantos lo deseen. Dentro de un año las líneas maestras deberían estar decididas y podrían empezarse las obras.

Empecemos por los árboles, los magníficos árboles.

El elemento natural del arbolado es esencial. Los árboles están muy cerca unos de otros y, por lo tanto, han tomado mucha altura para buscar la luz. Desde los balcones, pues, puedes ver el paseo, porque las copas no tapan su visión. Tenemos la intuición de que el árbol, como presencia, como generador de ambiente, deberíamos aproximarlo a los espacios de estancia. Ahora hablo como vecina: es una lástima estar flanqueada de árboles sin poder disfrutar de ellos. Disponemos ya de informes muy específicos sobre el estado del arbolado, pero esta información no ha salido de los despachos. Queremos que nuestro interlocutor especializado en arbolado, Josep Selga, biólogo y técnico, la recopile, la valore y la comparta con todo el mundo. Y se validará, o no.

Objetivo: huir del monocultivo turístico.

Cuando decimos huir del monocultivo, lo decimos como reto general: no podemos especializar tanto nuestra ciudad. No puede haber partes de la ciudad de uso exclusivo para un solo colectivo. Y ahora, sobre todo después del atentado, la Rambla está en el corazón de los barceloneses. El motivo que la gente da para no venir es precisamente que encuentran la Rambla demasiado especializada en consumo turístico. Nuestro reto es hacer que los barceloneses reconecten con la idea de que la Rambla es el lugar de más expresión colectiva de la ciudad, escenario de manifestaciones y revueltas, dotado de un patrimonio arquitectónico impresionante y espacio central entre dos barrios intensos, el Raval y el Gòtic. Todo ello convierte en irrenunciable el objetivo de rescatar el paseo para volver a llevar en él vida activa como barceloneses.

Objetivo: hacer visible el circuito económico y redistribuir beneficios. No sé si será fácil.

No sabemos con suficiente profundidad qué pasa en Les Rambles. Estamos instalados en una serie de tópicos: hay muchos turistas, los restaurantes no son muy buenos. Hay demasiados comentarios negativos contra la Rambla y este equipo tiene claro que la mejor manera de neutralizar la negatividad es con un ejercicio de objetividad. No conocemos demasiado el circuito económico que se crea aquí. Ignoramos la actividad real que genera, qué riqueza produce. Los restaurantes, ¿compran en la Boqueria? Este dispositivo tan brutal y único de hacer ciudad que es la Rambla, ¿cómo retroalimenta dinámicas económicas para el resto de la ciudad? Un técnico nuestro, Ernest Canyada, es experto en análisis de la situación laboral en el mundo del turismo. Para generar este debate colectivo podríamos conseguir todas las informaciones y ordenarlas, ponerlas sobre la mesa. Creemos que es la mejor manera de combatir la negatividad. Quien se crea que hablando mal de la Rambla ayuda a cambiarla, se equivoca.

¿En el circuito económico se incluiría el alquiler de los pisos?

En el paseo se plantaron plátanos para que las raíces aguantasen la tierra cuando había riadas. El hecho lineal de los árboles lo marca. Pues de la misma manera, el vecino, la masa vecinal, garantizará que haya una dinamización comunitaria. Veamos, por ejemplo: ¿qué pasa con la avenida Portal de l’Àngel? La normativa impedía abrir grandes almacenes si encima había vecinos. ¿Pero, en cambio, qué ha pasado? Lo recuerdo de cuando era concejala: de una forma extraña fueron desapareciendo esos vecinos. Hablo de ello en mi libro Per no perdre peu [Para no perder pie], que actualiza el Barcelona, pam a pam [Barcelona, palmo a palmo] de Alexandre Cirici. Ahora, de noche, el Portal de l’Àngel es un espacio desolado. Y nosotros no queremos que eso le pase también a la Rambla.

¿Cuántos vecinos tiene la Rambla?

Nos consta que viven ciento veinte.

¿Cómo dice? ¿Solo ciento veinte?!

Empadronados hay más. Pero contabilizados por SOS Rambles hay muy pocos. Todos estos datos se tienen que comprobar. Ahora nos sentimos como unos intermediarios privilegiados. Esta tarea, la visibilización de datos, también es tarea nuestra. Esteve Boix, uno de nuestros colaboradores, se dedica precisamente a eso.

Hablan de tratar de manera sutil los temas de seguridad. ¿El artículo 155 les ha afectado? ¿Tendrán que comerse los bolardos?

Ciertamente hay medidas que nos afectarán en el trabajo. Ahora, el reto de Km_zero es encontrar un modo no defensivo de proteger la Rambla. Estamos totalmente en contra de hacer del paseo un recinto cerrado.

Vayamos al inicio. En la plaza de Catalunya hay un problema geológico.

Sí, hay un problema de topografía. En la zona de la plaza de Catalunya existe lo que se denomina un talón geológico. Entre el llano de Barcelona y Ciutat Vella se registra un desnivel. Se ve muy claramente en las calles Estruch y de las Moles, en las conexiones respectivas con Fontanella, que son muy empinadas. Nuestro objetivo es, tal como decía, garantizar y facilitar el movimiento de las personas.

Foto: Pere Virgili

Itziar González revisando aspectos del proyecto de mejora con miembros de su equipo, en los bajos del Palau de la Virreina.
Foto: Pere Virgili

¿La Rambla lleva a Colom? No queda claro.

El final más bonito de Les Rambles son las Golondrinas. Déjame dedicar un guiño a los compañeros de las Golondrinas, que son miembros de la junta de los Amics de la Rambla y que siempre han estado muy comprometidos con el paseo. Les Rambles llevan al frente marítimo, y su continuidad no se consigue en la Rambla de Mar, que va al Maremàgnum, sino bordeando el paseo de Colom mirando hacia el mar…

En el frente marítimo hay una serie de edificios militares. ¿Se los podría quedar la ciudad para darles un uso diferente?

Es una idea: destinar estos edificios a usos colectivos y culturales. Podríamos poner bibliotecas. Tenemos también el Gobierno Civil, Correos. En cualquier caso, está claro que la Rambla reconecta con un paseo marítimo, y en consecuencia ha de ser capaz de recoger la condición marítima de Barcelona para rescatarla del mercantilismo de un puerto que vuelve a dar la espalda a la ciudad.

¿Cuántos edificios singulares tiene la Rambla?

Hay más de treinta edificios catalogados individualmente: la Antigua Fundición de Cañones, la Casa March, el teatro Principal, la Casa Xuriguer, la Casa Fradera, el Gran Teatre del Liceu, el Palau de la Virreina, la casa dels Paraigües… Desde el punto de vista del paisaje urbano es un conjunto que hay que proteger y potenciar como espacio cultural y medioambiental. Podemos descubrir muchas anécdotas en los esgrafiados que se hacían en las fachadas con el fin de ocultar las composturas de las fincas originales. Aquí mismo, delante del Palau de la Virreina, hay un esgrafiado con unos angelitos que miran hacia abajo y dicen: “Ya somos cuatro”. ¡Ya somos cuatro plantas!

¡Muy curioso!

¿En qué otro lugar de Cataluña encuentras una concentración de equipamientos tal para actividades relacionadas con la cultura? Empezando por el propio Institut de Cultura de Barcelona, en la Virreina, hasta varios teatros, hoteles donde se han alojado personajes relevantes de la historia contemporánea –como el Continental, el Quatre Nacions o el Lloret–, sedes de entidades culturales, establecimientos comerciales como la Casa Beethoven, etc. Estamos haciendo una cartografía de todos los equipamientos relacionados con la cultura, la ciencia y la técnica. La idea de la Rambla como espacio cultural es fundamental. En este sentido, entre otras iniciativas, consideramos la preparación de una estrategia para realizar una programación conjunta.

Un dilema clásico: los coches, ¿se quitarán o no?

Ahora se está debatiendo el plan de movilidad de Ciutat Vella y tenemos que encajar la propuesta más coherente con las estrategias generales. Ahora bien, nuestro técnico en movilidad, Ole Thorson, prefiere que hablemos de “movimiento”, el movimiento de las personas. Y acabaremos decidiendo entre todos cómo se tiene que configurar la presencia de los coches. Hay cuestiones importantes a considerar, vinculadas a la logística y al transporte público.

Y ahora una cuestión de método: ¿cómo se consigue que la gente coopere?

Unos meses atrás se presentaba el libro Voreres, la memòria subtil [Aceras, la memoria sutil], de Frederic Perers, publicado por el Ayuntamiento de Barcelona, sobre las losetas con letras de las calles. Por la misma época apareció Escofet, símbol industrial de Barcelona. Arts, disseny i arquitectura en la creació de valor [Escofet, símbolo industrial de Barcelona. Artes, diseño y arquitectura en la creació de valor], de Emilio Farré-Escofet, publicado por Angle Editorial. En un mismo mes se presentaron dos reflexiones de cómo se urbaniza la ciudad, y ambas demuestran que hubo un momento en que la iniciativa industrial reconocía la oportunidad de contribuir al interés general mediante la mejora urbana. Inicialmente el Ayuntamiento hacía pagar a los propietarios el gasto de poner aceras ante las fincas, pero poco a poco se hizo cargo del coste de toda la urbanización de la ciudad. Y aquí es donde Frederic Perers detecta cómo la maquinaria burocrática de la Administración a menudo se vuelve ciega.

Cuando llegaron los ayuntamientos democráticos y se actualizó el nomenclátor de las calles, se modificaron las placas de las fachadas pero no se tocaron los nombres en la pavimentación de las aceras, y así, por ejemplo, encontrabas en una fachada una placa con el nombre “Diagonal” pero en la acera se leía “Avenida Generalísimo Franco”. Voreres recoge una de las acciones artísticas de Perers, en que rescata algunas viejas losetas y las recompone para escribir el lema “Las calles serán siempre nuestras”. Este es precisamente el espíritu del trabajo de Km_zero. Queremos devolver a la Administración una finura y una proximidad que la burocracia a menudo no le permite. La cuestión es repartir roles. Yo siempre hablo de la terapia administrativa; la Administración necesita terapia. Y necesita ponerse en la piel de los otros agentes. Y no acumular tanto poder de decisión. Porque gestionar ciudad no es lo mismo que hacer ciudad. Hay una gran diferencia.

Foto de grupo de Km_zero en la Rambla.

Km_zero dispone de sociólogos, arquitectos, urbanistas. Un equipo multidisciplinario.

El concurso de ideas para la mejora de la Rambla ya pedía la creación de un equipo interdisciplinario. Querían sociólogos, economistas, arquitectos, ingenieros, ambientólogos, etc. Hemos invitado a personas que ya llevan tiempo trabajando en Ciutat Vella y la conocen bien. Por ejemplo, el equipo Ekona de Iolanda Fresnillo, Sergi Cutillas, Pablo Cotarelo e Itziar Giménez, que ha elaborado el plan Queda’t [Quédate] de Ciutat Vella. O Paul B. Preciado, que colaboró con el MACBA como director de sus programas públicos y hace tiempo que trabaja sobre la función de la cultura como creadora de espacio público. Yo misma fui concejala de Ciutat Vella y vivo a veinte metros de La Rambla. Olga Tarrasó, por su parte, es coautora de la urbanización de los paseos de los muelles Barcelona y de la Barceloneta, y el estudio de Lola Domènech ha firmado la recuperación del espacio de la fuente de Carmen Amaya en la Barceloneta y la remodelación del paseo de Sant Joan.

¿Les Rambles o La Rambla?

En la memoria popular el nombre del paseo se ha fijado en plural, Les Rambles. Pero para la Administración es la Rambla. Nosotros hemos elegido llamarlo Les Rambles porque son muchas y diversas. Están las ramblas que quieren unos, y las que quieren otros. Por último, a partir de nuestro análisis vimos que la Rambla es un fuera muralla y que en las puertas se generaban espacios, plazas. La Rambla dels Estudis, la de les Flors, etcétera. Eran Les Rambles: ámbitos espacialmente centrados en ellos mismos que se encadenaban. Nuestra idea, nuestra intuición, es que haya una concatenación de ramblas, como una especie de ágoras, que nos permita huir del pasillo central actual dedicado casi exclusivamente al consumo turístico.

Proporcionen internet gratis en la Rambla y verán cómo se llena de vecinos.

No basta con este tipo de estas cosas. Es el caso del establecimiento Apple de la plaza de Catalunya, que atrae a un montón de gente porque hay un buen wifi en la acera. El otro día, en la presentación que la concejala Gala Pin hizo a los vecinos y entidades de nuestro equipo Km_zero, ¡un hombre reivindicó centros de día para personas mayores y guarderías! Nosotros creemos que, si estudias bien cuáles son las rutas escolares, los espacios de juego, los lugares más acogedores para sentarse, aumentan las posibilidades de que los vecinos quieran volver. Si además llevas a cabo programaciones culturales, sin duda volverán.

¿Rehabilitación o gran obra? ¿Resituar o hacer algo nuevo?

Nuestra mirada es integral y a la vez respetuosa con el entorno patrimonial existente. Si tenemos que trabajar en el subsuelo con el fin de mejorar las condiciones de los plátanos, se hace. Hay túneles y refugios bajo la cota de calle que debemos tener en cuenta. También nos centraremos en el estudio de las viviendas y de las condiciones de las fincas, especialmente las de propiedad pública. Los vecinos que pidieron que nos presentáramos al concurso auditarán nuestro trabajo y vigilarán que al final de todo el proceso no haya mejoras solo en la calle, sino también, por ejemplo, el ascensor que desde hace tanto tiempo reclamaban.

¿El gran peligro y la gran esperanza del proyecto?

La gran esperanza es que por fin seamos capaces de hacer cosas juntos, vecinos, Administración y técnicos expertos, para demostrar que es posible reconducir las actuales dinámicas de la Rambla. ¡Demasiada gente la había dado por perdida! Y vemos este proyecto como una oportunidad de hacer real una esperanza colectiva, para vencer una inercia desencantadora. Ahora es un espacio de unidad. Es responsabilidad del equipo no decepcionar esta ilusión. El gran obstáculo será la existencia de personas con una visión privativa de lo que se tiene que hacer, que no acepten las reglas del juego cooperativo. Queremos que todo el proceso sea transparente y público, para que las tomas de decisión sean colectivas y se puedan argumentar. Reivindicamos una planificación dinámica que se adapte a los retos siempre nuevos y cambiantes que surgen en un epicentro de la globalidad como son Les Rambles.

¿Se lo toma como un reto personal?

El encargo es de un año; precisamente aún le debía un año de trabajo al distrito de Ciutat Vella, porque dimití como concejala al tercero. ¡De modo que habré cumplido mi compromiso de trabajar cuatro años por Barcelona! Se puede decir que se acaba un ciclo. Al cabo de poco de empezar el mandato, coincidiendo con las fiestas del Roser, hice pública mi propuesta de iniciar los trabajos para una intervención integral en Les Rambles. Era el 28 de septiembre de 2007, y mira: diez años después parece que podré ayudar a que se haga realidad…

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