Diables

Con raíces en las manifestaciones teatrales medievales, los diables o bailes de diables forman parte de los llamados bailes hablados. Según Joan Amades, la primera fecha registrada de esta representación es 1150, cuando fue escenificada como un entremés en el banquete de bodas de Berenguer IV con Petronila de Aragón. Pero las fuentes documentales más abundantes y explícitas son las que nos informan de las procesiones de Corpus, que nos ofrecen una representación recurrente del bien y del mal, normalmente un combate entre ángeles y demonios.

En Barcelona, encontramos informaciones del siglo XV que hablan de la participación de los diables en la procesión. Con el tiempo, este entremés decayó y fue olvidado, al contrario que en los territorios del Campo de Tarragona, el Gran Penedès y el Garraf.

No fue hasta la llegada de la democracia y la recuperación de la calle como espacio festivo cuando en Barcelona aparecieron colles de diables de nueva creación. Estos grupos, a diferencia de los históricos que habían sobrevivido, se alejan de las evoluciones tradicionales, por influencia del correfoc surgido casi espontáneamente en Barcelona como un juego entre el diable, el fuego de la carretilla y el público. En todo este proceso evolutivo, más recientemente hay que observar el impulso y dinamismo que han adquirido las colles infantiles.

Las colles de diables acostumbran a organizarse como entidades sin afán de lucro o bien como secciones de otras entidades que les dan cobertura. El número de colles que hay en Barcelona es muy abundante, y eso es un buen indicador del arraigo y la aceptación de esta manifestación del fuego. Al mismo tiempo, las colles están federadas dentro de la Coordinadora de Diables de Barcelona y la Federación de Diables de Barcelona. Ofrecen numerosas actuaciones, porque durante el año se organizan muchos correfocs en las fiestas mayores. De todos ellos, el de La Mercè es el más esperado por todo el mundo.

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