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Barcelona cultura

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De la isla a la cantera

Mié 19/03/2025 | 11:30 H
Grec, 1983, Archivo Municipal de Ciutat Vella 4-590

ARTÍCULO

¿Qué era el Teatre Grec antes de ser un teatro? ¿Alguna vez os han explicado que fue sede de la primera retransmisión radiofónica en la ciudad? ¿Sabíais que Montjuïc era una isla y que la fiesta y la música son parte de la historia de la montaña? El periodista Xavier Muniesa nos descubre algunas curiosidades del festival.

Por Xavier Muniesa

Se extiende por toda la ciudad, pero el Grec Festival de Barcelona tiene un claro epicentro en la montaña de Montjuïc, donde está el teatro que no solo fue la cuna del festival, sino que todavía le da nombre casi medio siglo después. Hoy vamos en metro, pero hace unos años nos habríamos encontrado un Montjuïc… rodeado de mar, ya que, a finales del periodo terciario (hace aproximadamente 1,6 millones de años), era un islote, un gran promontorio que surgía del mar. Gracias a aquella isla, los sedimentos de las rieras y de los ríos Llobregat y Besòs fueron llenando el fondo marino hasta formar lo que acabaría siendo el llano de Barcelona.

La montaña dejó clara muy pronto la vocación de servicio a la ciudad y, desde la época de los romanos y hasta que en los años cincuenta del siglo pasado se cerró la última cantera, cedió su esencia para la construcción de buena parte de los principales edificios de la ciudad. Id al número 10 de la plaza de Catalunya y mirad el edificio del Banco Español de Crédito, porque fue el último construido en la ciudad con piedra de la montaña.

Pero además de canteras, Montjuïc tenía muchas fuentes, alrededor de las cuales se merendaba, se jugaba a las cartas, se bailaba y se hacía música. Había merenderos cerca de fuentes como las de Conna, la Font Trobada, la de la Guatlla, la Satalia e incluso una Font de la Mina que la actriz Sarah Bernhardt visitó en 1882, cuando pasó por la ciudad para actuar en el Teatro Lírico del paseo de Gràcia… Sí, la montaña era un espacio propicio a la fiesta, el ocio y el espectáculo.

Al igual que haría el año siguiente con la finca del abogado y director del diario El Diluvio Josep Laribal, en 1908, el Ayuntamiento adquirió la antigua finca Pubill de Montjuïc, propiedad de Pablo y Ramón Duval. En un extremo de la finca estaba la cantera Machinet, que a finales del siglo XIX proporcionaba una piedra de gran dureza que se utilizaba para hacer sillares y empedrados. Ya estaba abandonada cuando, en 1917, el ingeniero forestal y conservador del Bois de Bologne Jean-Claude Forestier estuvo en Barcelona, invitado por Francesc Cambó. Al pasear junto a la antigua cantera Machinet, Forestier propuso crear en el agujero dejado por las extracciones uno de esos “teatros de naturaleza” o teatro al aire libre que tan de moda estaban a principios del siglo XX.

Lo construiría el arquitecto Ramon Reventós, que ya había estado implicado en la construcción del recinto del Poble Espanyol (un éxito espectacular entre la ciudadanía) y que, esta vez, viajó a Grecia para observar los teatros de la antigüedad clásica. El Teatro de Epidauro de Atenas fue, de hecho, modelo de aquel nuevo teatro barcelonés.

En 1923 el teatro ya estaba casi construido y, de hecho, sirvió de escenario de una pionera y muy revolucionaria emisión de radio que permitió que en el recinto de Montjuïc se escuchara, por primera vez en la historia de la ciudad, el sonido de la música interpretada en el Palau de la Música y transportada por las ondas.

El Teatre Grec no se inauguró oficialmente hasta unos años más tarde, durante la Exposición Internacional de 1929. Una actriz de teatro y cine, Josefina Tàpies, fue la primera actriz en subir al escenario una tarde de junio de 1929. En 1936 debería haber actuado Pau Casals dirigiendo el concierto inaugural de la Olimpiada Popular el 19 de julio, pero las circunstancias políticas lo hicieron imposible.

Sometido a la climatología, a veces incómodo, difícil de utilizar, demasiado grande para según qué espectáculos, el Teatre Grec quedó huérfano de actividad durante muchos años, pero la decisión y empuje de algunos programadores y programadoras iba recuperando la actividad en el recinto y recordaban a los barceloneses que aquel era un escenario singular.

Lo vieron enseguida los actores y actrices de la ciudad, que en aquel tiempo tenían poco trabajo, y veían con poco interés un teatro “oficial” de poquísima calidad, y reivindicaban un teatro libre e independiente con contacto directo con la ciudadanía. Aquello fue una pequeña revolución escénica que comenzó cuando apenas se habían producido las primeras elecciones municipales democráticas. El 1 de julio de 1976, buena parte de los nombres más conocidos de la escena actual se manifestaban, reunidos en la Asamblea de Actores y Directores (AAD) por la Rambla de Barcelona, pidiendo trabajar y otra manera de hacer teatro. Invitaban a la ciudadanía a acercarse a Montjuïc donde, aquella noche, iniciaban la primera edición del Festival Grec. Tenía el epicentro en el Teatre Grec, pero montaba un off en la plaza de la Virreina, donde había compañías independientes como Roba Estesa, entre otros.

La democracia daba los primeros pasos aquellos días, pero en 1976 las condiciones no eran fáciles, precisamente: varios miembros de la Asamblea fueron detenidos la noche inaugural por la Brigada de Investigación Social, solo por el hecho de tener un paquete de ejemplares de la revista Ajoblanco en la oficina. Además, alguien se había dedicado a cubrir con pintura blanca las obras que artistas como Guinovart o Ràfols Casamada habían pintado en las vallas publicitarias para anunciar la temporada popular, porque consideraban que contenían eslóganes subversivos. En un caldeado clima de polarización, dos actores fueron agredidos ese año por algunos espectadores, algunos recibieron pedradas y hubo espectáculos que fueron saboteados provocando averías eléctricas. Por supuesto, la AAD fue multada por el Gobierno Civil por alterar el orden público a raíz del concierto que ofreció Lluís Llach en la edición de aquel primer año.

¿Cuánto valía ir al Festival Grec en 1981? 350 pesetas por espectáculo y 150 pesetas los espectáculos infantiles. Los conciertos de la Banda Municipal costaban 100 pesetas y, en cambio, los de la Cobla Municipal eran gratuitos. En los años ochenta, los escenarios se diversificaron notablemente. El Born, Els Quatre Gats, el Park Güell y muchos otros espacios urbanos eran escenario del Festival Grec. Incluso una valla publicitaria de la calle Pelai acogía, en 1986, a un artista de carne y hueso con sofá y todo (Albert Vidal) en la intervención La Aparición. Marta Tatjer era la directora aquel año, en el que hizo su primera aparición en el programa del festival el famoso fauno que sería la imagen durante muchas ediciones.

Por el escenario del Teatre Grec han pasado todo tipo de grandes estrellas, pero una inesperada fue el actor estadounidense Morgan Freeman. Actuaba en The Gospel at Colonus, el espectáculo que abrió el Grec de 1987. Lo dirigía uno de los grandes nombres del teatro de vanguardia de los años setenta, Lee Breuer, que invitaba a los espectadores del Teatre Grec a alzarse y bailar. El público no lo debía dudar, porque los asientos de piedra del Teatre Grec no eran especialmente cómodos. Por suerte, en 1988, con Elena Posa como directora del festival, se pusieron las primeras butacas de plástico, que se montan y se desmontan (fueron renovadas hace poco). Era todo un alivio… De hecho, en los primeros años de vida del Teatre Grec, se alquilaban cojines para hacer más cómoda la experiencia.

Entre las curiosidades de la historia del Grec, descubrimos que en ediciones como la de 1989, el arte no solo subía a escena, sino que tomaba también forma plástica en una serie de exposiciones: de dibujos del ya desaparecido John Lennon o de las obras de un Javier Mariscal que todavía no había creado su Cobi, pero que convertía un viejo carguero anclado en el Port Vell en escenario de la muestra antológica Cent anys a Barcelona. En aquellos años, el circo era, todavía, una disciplina muy poco frecuente en el festival. Lo introdujo Elena Posa, y durante algunas ediciones la programación de circo tuvo como epicentro el parque de la Ciutadella.

En 2016, el Festival Grec de Barcelona celebró el 40 aniversario y antiguos miembros de la Asamblea de Actores y Directores subieron al escenario para recordar aquel momento. Mario Gas, Carme Sansa, Lluís Pasqual, Joan Maria Gual, Joan Ollé, Xus Estruch, la cantante Marina Rossell o el actor (y entonces concejal del Ayuntamiento de Barcelona) Juanjo Puigcorbé, cerraron así el círculo cuatro decenios después.