Elvan Böke: "La fertilidad masculina se ha estudiado mucho más que la femenina"

07/02/2024 - 17:47 h - Ciencia Ajuntament de Barcelona

Entrevista de Virginia Sarabia para Barcelona Ciencia y Universidades y Núvol.

El origen de la vida está en los ovocitos, las células inmaduras que después se convertirán en óvulos. La mala calidad de los ovocitos causa la mayoría de los problemas de fertilidad femenina. Sin embargo, pese a la caída de la natalidad en Occidente, apenas se ha invertido en la investigación sobre estas células, al contrario que sucede en áreas como la reproducción masculina o la disfunción eréctil. Esto está cambiando y Elvan Böke (Turquía, 1986), jefa de grupo en el Centro de Regulación Genómica, ha recibido recientemente varias becas importantes para financiar sus proyectos. Böke recalca la importancia de “dejar un mundo mejor a la próxima generación”.

¿Qué le hizo interesarse por la ciencia en su infancia y decidir que quería ser científico? Leí algo sobre Spider-Man…

Sí, totalmente: Spider-Man y las Tortugas Ninja. Todavía bromeo con mis amigos porque tenía dos dibujos animados favoritos y ambos son organismos modificados genéticamente. Creo que probablemente me gustaban esas cosas y me interesé por ellas, por la genética como concepto. Y luego clonaron a la oveja Dolly cuando yo tenía 12 o 13 años y salió en las noticias en todas partes. Así que desde muy pronto dije que quería ser genetista, y eso nunca cambió. Pero mis padres eran realmente desalentadores. Eran como, “¿qué vas a ser, genetista?”. No había un ambiente de apoyo, todo era como: “¿estás loca? ¿Sabes lo que vas a hacer si eres genetista?”.

Pero ellos también trabajan en ciencia.

Mi madre es física y mi padre es ingeniero, es cierto, pero… yo soy genetista. Mi madre era física y quería ejercer, pero entonces nací yo. Y ella me dijo algo así como: “esto es Turquía en los años ochenta”. Era difícil tener una carrera como física y una familia, así que decidió ser profesora de física. Así que, básicamente, mis padres eran profesora e ingeniero. Cuando hablaba con ellos, me decían: “sé farmacéutica, sé médica”. Su trabajo favorito era el de farmacéutico [risas]. Pero [con la genética] decían: “no, esto es una locura”. Intentaron desanimarme hasta el último minuto.

Fuiste ‘Postdoctoral Fellow’ en el Departamento de Sistemas de Biología de Harvard. ¿Qué estudiaste allí?

Allí estudié la organización citoplasmática en los ovocitos, las células que acaban convirtiéndose en óvulos, y la estructura llamada cuerpo de Balbiani. Es un orgánulo muy enigmático. Tiene muchas mitocondrias y nadie conoce exactamente esta función, y está presente sólo en los ovocitos latentes. Encontré que en todos los ovocitos esta estructura iba unida a una proteína amiloide fisiológica. Y eso era importante, porque los amiloides estaban asociados con las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o la ELA. Pero este era un amiloide fisiológico, lo que significa que no estaba asociado con la enfermedad, era sólo una parte normal de funcionamiento de la célula. Era como construir esta estructura y, cuando los ovocitos se activan para crecer, la estructura se disuelve.

¿Qué te impulsó a cambiar de rumbo en tu carrera para elegir los ovocitos?

Cuando estudiaba esta estructura llamada cuerpo de Balbiani me di cuenta de lo poco que sabemos sobre los ovocitos. El cuerpo de Balbiani contiene muchas mitocondrias, como he dicho, y me di cuenta de que se sabía muy poco sobre las mitocondrias de los ovocitos. Me sorprendió mucho que hubiera tan poco conocimiento y eso me motivó a empezar a trabajar en ello porque, bueno, soy mujer [risas]. Se sabe tan poco de la mayor parte de la reproducción femenina humana que no podemos resolver los problemas, porque no sabemos cómo.

¿Por qué no se investiga sobre los ovocitos, dado que son el principio de la vida?

Hay un par de razones. La razón biológica es que son difíciles de estudiar, porque no se dividen y, por tanto, hay que obtener los ovocitos de animales o de donaciones de seres humanos. Y es difícil tener muestras. La segunda razón es el sexismo histórico. Cuando le propuse a mi profesor en Harvard que quería estudiar la reproducción en su totalidad, me dijo que hay tan poca financiación para eso que debería elegir otra cosa. Pero en Europa y Estados Unidos la demografía está variando. Ahora a los gobiernos les preocupa que el descenso de población sea demasiado grande. Por ejemplo, la población de España está en declive desde hace tiempo. Estaba aumentando por la inmigración, pero hay una brecha en la tasa de natalidad frente a la de mortalidad. Y el gobierno incentiva la inmigración para que haya una mano de obra más joven. Pero hoy en día, en algunos países las tasas de natalidad son tan bajas que ni siquiera los niveles actuales de inmigración bastan para colmar las lagunas del sistema. La respuesta a tu pregunta es que, históricamente, a nadie le importaba esto. Solo decían: “mujeres, más vale que tengáis hijos a los veinte años y si no podéis, sois malas”. Pero hoy esto se ha convertido en un problema social y la edad de la madre en el momento del primer parto aumenta constantemente en los países en desarrollo. Así que ahora todo el mundo está interesado en entenderlo. Ahora sí hay financiación. Pero esto es muy, muy reciente.

Tu grupo demostró que los ovocitos pueden permanecer en modo latente, es decir, en ‘stand by’ durante décadas sin signos de envejecimiento. ¿Cómo es posible?

Creemos que hay varios mecanismos y hemos publicado recientemente sobre uno de ellos. Hay muchos factores que conducen a la acumulación de daños, y mostramos el año pasado que uno de estos factores está suprimido en los ovocitos. Así, por ejemplo, la mitocondria genera energía y también es una parte inherente de la conversión de bloques de construcción entre sí en la célula. Y mostramos que, al igual que en los ovocitos normales, la mitocondria no tiene una de las principales maquinarias de generación de daños. Básicamente, si no generas crecimiento, si no generas una de las moléculas más dañinas en la célula, por supuesto que habrá un menor daño. Pero no creo que haya un único mecanismo que se encargue de esto. Creo que hay más cosas que mantienen los ovocitos en estado latente y tan libres de daños como sea posible.

¿Esto podría aplicarse en el futuro a algo más, por ejemplo, a otras células?

Desde luego, porque después de que se publicara nuestro ‘paper’, descubrieron que algunas células cancerosas podrían tener lo mismo. Por supuesto, más personas van a empezar a buscar en sus propios tipos de células, y el grupo de cáncer ya encontró que algunas células cancerosas hacen esto para reducir el daño. Esto se debe a que las células cancerosas también quieren dividirse y estar allí el mayor tiempo posible.

¿Podría su investigación ayudar a prevenir las placas amiloides?

El cuerpo de Balbiani que mencionaba antes es una formación amiloide fisiológica. Una pequeña parte de mi laboratorio trabaja en cómo se desmonta el cuerpo de Balbiani, es decir, cómo se desmonta esta estructura amiloide. La idea es que, si logramos desmontar los amiloides fisiológicos, tal vez podamos emular algunos aspectos del desmontaje de los amiloides patológicos. Ya veremos. Siempre hay esperanza.

Volvamos a la infertilidad. Las tasas de infertilidad son mucho más altas en las mujeres que en los hombres y no sabemos por qué.

Sí, exacto. Es mucho más fácil estudiar a los hombres, porque si quieres obtener una muestra de esperma, ya sabes, le preguntas a algún hombre y entonces tienes un montón. Y si quieres estudiar ovocitos, hay muy pocos. Así que es un proceso más largo. La fertilidad masculina se ha estudiado mucho más, ha tenido mucha más financiación para su investigación en el pasado.

Y también la investigación de la disfunción eréctil recibe más fondos que la de la reproducción femenina…

Es algo histórico. Hace 50 años, vivíamos en sociedades incuestionablemente dominadas por los hombres. Así que, si tienes una junta de hombres financiando proyectos, por supuesto que van a estar más interesados en sus propios problemas que en un hipotético problema femenino del que hayan oído hablar. Es una naturaleza muy humana. Creo que esa es una de las razones por las que la representación es importante, por ejemplo, en las unidades de toma de decisiones de los consejos. Quizás a veces un grupo de hombres no va a ser consciente de un problema y una mujer lo va a señalar. Uno de los ejemplos más llamativos es la endometriosis. Cerca del 10% de las mujeres, o una porción muy significativa, la tienen. Y todavía se tarda una eternidad en diagnosticarla. ¿Cómo es posible que exista esta enfermedad que afecta a una gran parte de la sociedad y todavía no tengamos un buen diagnóstico para ella? Es porque sólo las mujeres estaban sufriendo y nadie realmente destacó que era un problema importante.

Llevas en España unos siete años. Si pudieras, ¿qué cambiarías acerca de las condiciones de trabajo o del acceso a los puestos para investigadores en España, especialmente para los jóvenes?

Empezaría a hacer las cosas como si tuviéramos posibilidades de hacerlas más a largo plazo. Esto no es sobre España: se trata de la financiación de la ciencia a nivel europeo y de las políticas científicas a nivel europeo. Creo que más puestos y más posibilidades a largo plazo mejoraría las cosas. Un proyecto va a durar tres, cuatro años, y lo único que quieres es invertir en él toda tu energía y seguir adelante. Diez años está bien. ¿Qué más cambiaría…? Diría que soy muy feliz aquí. Establecer colaboradores ha sido realmente… bueno, nada es fácil, pero me imagino que sería más difícil en otros países. Porque España es muy agradable y Barcelona es muy agradable. Hay un ambiente de colaboración, te acercas a la gente, están abiertos. No dicen: “estoy muy ocupado, no puedo hacerlo”. Realmente quieren ayudar, y eso es algo que aprecio mucho. Realmente quieren hacer un bien mayor.

Pero sí, lo que pediría es que la gente pudiera tener posiciones a largo plazo. Y más financiación, por supuesto. Yo he tenido mucha suerte de conseguir becas internacionales. Pero la financiación española… Si quieres estudiar algo que requiera mucho uso de animales o de donantes humanos, cuesta mucho, porque mantener animales cuesta mucho. Así que cada vez que quieras embarcarte en un gran proyecto, es caro. Si tienes financiación internacional, como yo, es posible. Pero si solo contara con financiación española, habría sido difícil. Y estoy contenta con la financiación española. Pero en comparación con Alemania, Austria, Estados Unidos… La financiación nacional en esos países es superior.

Según tu experiencia, ¿hay suficientes mujeres mentoras en la ciencia?

En mi experiencia personal, sí. Porque muchas veces las biólogas reproductivas, muchas de ellas, son mujeres. ¡Sorpresa! Así que en mi campo en concreto no es difícil encontrar mentoras. Pero si miras en otros, por supuesto que no. Si nos fijamos en las generaciones anteriores, las mujeres son muy escasas. Pero entre los jefes de grupo junior veo un buen equilibrio de género.

El hecho de que haya pocas mentoras y pocas científicas, ¿cómo influye en estas mujeres científicas?

Como he dicho antes, las cuestiones de representación importan, a veces por cuestiones prácticas. No es sólo un juego de números. Es muy importante contar con personas comprensivas y empáticas en la cúpula, pero la representación es importante. Mira: hay un medicamento que se dio a las mujeres embarazadas para evitar las náuseas matutinas [a principios de los años 60: se trataba de la talidomida]. Fue aprobado en Europa y causó muchos defectos de nacimiento allí. Pero en Estados Unidos, en el comité farmacéutico que se reunió para aprobar este medicamento, y al parecer era casi seguro que se aprobaría, sólo había una mujer. Y esta mujer dijo: “el embarazo puede tener complicaciones, quiero ver pruebas antes de aprobarlo, no puedo fiarme de lo que nos diga la compañía farmacéutica”. Así que bloqueó la aprobación de este medicamento en Estados Unidos por un tiempo. Y durante este tiempo, los defectos de nacimiento en Europa se hicieron evidentes, así que el fármaco nunca llegó a los Estados Unidos. Todo esto porque ella dijo: “no puedo aprobar esto sin más”. Así que a veces sí importa la presencia y el simple conocimiento básico, porque esta mujer dijo: “yo sé sobre el embarazo” y no aprobó el medicamento. Ella probablemente evitó miles de defectos de nacimiento. [Se refiere a la doctora Frances Oldham Kelsey, que fue premiada por esto].

¿Es fácil conciliar trabajo y familia para las científicas que también son madres en España? A veces se dice que no somos un país que facilite la conciliación.

Depende. Es mucho mejor que en Estados Unidos. Yo soy turca, me formé en el Reino Unido y en Estados Unidos y mi marido es estadounidense. Y la mayoría de mis mejores amigos son alemanes e italianos. Así que conozco muchos sitios. Y algo que siempre observo aquí es que la gente es muy crítica con lo que tiene sin apreciar realmente lo que tiene. Por ejemplo, en Estados Unidos no hay baja por maternidad, así que tienes que coger un permiso no retribuido. Y si estás en una empresa ‘sofisticada’, puede que tengas un permiso retribuido en tu contrato, pero no siempre es así. Por ejemplo, en Boston el gasto medio de una guardería es de 2.000 dólares al mes, y las hay más caras. En el Reino Unido las cifras son un poco mejores, pero muy similares. Tienen permiso de maternidad, pero los gastos de guardería son mucho más altos que en España. España no es Escandinavia, pero es mucho mejor que muchos otros países. Volviendo a tu pregunta, es mejor que Estados Unidos y que Reino Unido. Y me gustó mucho que se equipararan los permisos de paternidad y maternidad. Yo cogí cuatro meses y mi marido también. Fue algo muy bueno para nuestra familia.

Dos de mis ‘post-doc’ son mujeres y dieron a luz un año después de mí. Así que pasamos de un laboratorio de cero bebés a uno de tres. Y vi que sus parejas también agradecían tener una baja igualitaria. En algunos países escandinavos puedes transferir tiempo [en Suecia los progenitores tienen una baja de 480 días a repartirse entre ambos]. El padre puede decir: “No voy a coger un año, voy a coger tres meses y voy a transferir nueve a mi mujer”. Y eso no ayuda a la igualdad, porque las mujeres se quedan más tiempo en casa, perdiendo más oportunidades profesionales. Pero si dices que tienes el mismo tiempo, úsalo o piérdelo, pero no puedes transferirlo. ¿Por qué no quedarse en casa y pasar tiempo con la familia? No conozco el resto de España, pero en Barcelona hay un sistema de escuelas de cero a dos años donde puedes llevar a tus hijos. Esas escuelas son realmente buenas. Así que, en general, me pareció mucho mejor de lo que estaba acostumbrada. De nuevo, no estoy comparando España con Dinamarca, pero comparada con Estados Unidos o el Reino Unido, creo que España es mucho mejor.

¿Cuáles son tus referentes femeninos en ciencia de ahora o de antes?

Cuando estaba haciendo mi doctorado en el Reino Unido había una profesora, que ahora está en Estados Unidos, llamada Julie Cooper. Me gustaba mucho porque era muy científica. Siempre me han gustado las cosas muy coloridas [muestra su falda de colores], y yo estaba en el Reino Unido y a nadie a mi alrededor le iba mucho el color. Pero cada vez que escuchaba las charlas de Julie Cooper, ella tenía un fondo de diapositivas super colorido. Y se vestía de una manera muy colorida, muy de moda. Y eso me impresionó. Era como, ‘OK, así que puedo tener un toque personal y tener éxito’. Siempre digo su nombre porque creo que algunas personas que conoces en épocas de formación, o en épocas más vulnerables, realmente afectan a cómo piensas sobre las cosas.

También hay que tener en cuenta que en la ciencia existe este estereotipo del ‘nerd’ [empollón]. Quiero decir, tienes que ser muy dedicado, pero parece que también tienes que ser un ‘nerd’ para tener éxito. Y yo nunca lo fui. Era y soy dedicada, pero nunca me convertí en una ‘nerd’ en mi doctorado. Yo salía y mi supervisor siempre hablaba de trabajo en la cena; era muy amable y estaba muy motivado. Él no tenía familia en ese momento, sólo hablaba de ciencia. Y yo siempre pensaba, ‘¿esto es realmente para mí? No puedo encontrar después de un largo día de trabajo la motivación para hablar de trabajo en la cena’.

Pero conocí a un par de personas clave en esos momentos que tenían vidas, que tenían aficiones. Me hicieron pensar que yo podía ser científica. Y luego, en mi campo actual, hay otra científica que hace buenos estudios sobre la reproducción de la mujer. ¡Tiene cuatro hijos! Estos son los grandes estudiantes, alguien que puede lidiar con cuatro hijos y aun así ser muy exitoso. Además, es una persona encantadora. Eso es posible. Cómo lo haces es, por supuesto, una historia diferente.

¿Qué consejo le daría a un joven que quiera dedicarse a la investigación científica?

Es una pregunta difícil. La respuesta clásica es: tienes que encontrar algo que te apasione. Porque la ciencia es dura, las cosas no funcionan el 90% de las veces y, por ejemplo, cuando estaba haciendo mi doctorado hubo momentos en los que me cuestioné por qué lo estaba haciendo porque no me apasionaban tanto algunos aspectos de la división celular. Entonces tus experimentos no funcionan, vienes a trabajar y piensas: “esto no me importa”. Y eso es muy malo. Y yo me forcé a seguir, porque sólo pensaba: “esto es lo que voy a hacer, este es mi doctorado”. Y encontré algo que me apasionaba más tarde, al final de mi doctorado. Encuentro fascinante la reproducción femenina y todo lo que tenga que ver con ella. Todas las mañanas me levanto de la cama con la idea de que voy a ir a trabajar y que va a ser bonito e interesante.

La ciencia es fascinante. Tiene sus retos, pero al final, tengo 37 años y a veces surge esta pregunta: ‘si ganaras mil millones de dólares, ¿cambiarías de trabajo?’. Soy la única persona que dice que no entre todos mis amigos. Respondo que donaría la mitad del dinero a mi laboratorio. Eso es lo que tiene ser científico. Creo que, si perseveras y si las cosas funcionan, tienes un precioso trabajo que disfrutas haciendo.