El Born y el conocimiento histórico

El yacimiento del Born no es un yacimiento de “piedras”, sino de personas, de actividades de todo tipo, de relaciones de trabajo, de aspiraciones, emociones y deseos. Presenta la complejidad de una ciudad y puede explicar una ciudad. El proyecto de El Born Centre Cultural quiere convertirlo en un lugar de memoria, un espacio de investigación y difusión históricas y un ámbito de creación contemporánea.

© Guillem H. Pongiluppi

La larga etapa de preparación del Proyecto del Born ha resultado muy fructífera. Como responsable del mismo hasta el verano de 2012, señalé los tres elementos que parecen fundamentales como articuladores de El Born Centre Cultural: este espacio ha de ser un lugar de memoria, un espacio de investigación y conocimientos históricos, y un ámbito de reflexión, creación y difusión contemporáneas.

En relación con el primer elemento, parece obvio que el yacimiento del Born es un lugar de memoria de máximo valor, para Barcelona y para Cataluña, como lo sería en cualquier país un ámbito similar. En él se hallan los restos de un 5% de las mil casas demolidas para construir la Ciudadela, cuya construcción fue uno de los efectos desastrosos de la derrota catalana de 1714. Pese a esta singularidad, en los últimos años no han cesado los intentos de eliminar o de subestimar el yacimiento, algunos protagonizados desde muy cerca del propio proyecto. El observatorio de la sociedad en el que se ha convertido El Born en esta etapa ha permitido ser testigo de algunos hechos nada agradables, pero ahora hay que ocuparse de cuestiones bastante más urgentes e interesantes que recordar este pasado reciente. Se ha salvado todo el yacimiento, de forma irreversible, y eso es lo que cuenta y lo que quedará.

Respecto a la dimensión contemporánea del equipamiento, el tercer elemento articulador mencionado, su pleno desarrollo resultará esencial. Se trata de potenciar El Born como estímulo para “reflexionar, crear y difundir contemporáneamente, en presencia del pasado”. Estudiosos y creadores de campos como el cine, la música, el teatro, la danza, la literatura o el juego han trabajado en esta dirección durante las etapas preparatorias del proyecto y, lógicamente, lo seguirán haciendo.

En este breve texto, sin embargo, quiero hablar sobre todo del segundo elemento citado, el conocimiento histórico, sobre el que ya se puede realizar el balance de unos años de trabajo.

En el año 2002 tuvo lugar una polémica, muy presente en los principales periódicos, que resultó intensa y larga como pocas otras lo han sido en el país. Matices aparte, se enfrentaban los partidarios de conservar el yacimiento del Born, y los que querían eliminarlo para continuar la construcción de la Biblioteca Provincial de Barcelona en el interior del viejo mercado.

Una polémica con trasfondo

Algunos plantearon la discusión en términos de eslogan: “Piedras contra libros.” En realidad, las posiciones tenían mucho que ver con el hecho de que el yacimiento del Born no es un yacimiento neutro, como por ejemplo Pompeya, sino que está cargado de contenidos que han provocado enfrentamientos.

© Dani Codina
El rasgo que caracteriza el yacimiento y lo hace del todo singular en el mundo es que conocemos documentalmente quién vivió en cada casa de esta área urbana durante un largo período de tiempo.

Durante la larga polémica de 2002 sobre si debía conservarse o no el yacimiento del Born, defendí que su salvaguarda, además de permitir disfrutar de un espacio de memoria excepcional, brindaba una oportunidad única en beneficio del conocimiento histórico. El Born es el mejor lugar posible para explicar un periodo de la historia de Barcelona y de Cataluña, el que va de 1550 a 1714, que durante mucho tiempo ha sido considerado de “decadencia”. Permite mostrar que dicha etapa histórica supuso la entrada de Cataluña en la modernidad. Así pues, a finales del siglo XVI, el Principado ya había consolidado una decisiva transformación económica y de su territorio y desde entonces avanzó sólidamente con dos “piernas”: un singular sistema de ciudades donde se daban los primeros pasos de los procesos productivos, con especializaciones por población, y una capital en la que se acababan muchos de los productos trabajados en Cataluña, que cumplía funciones de dirección y de servicios de su país, y que lo comunicaba eficazmente con el resto del mundo. Esta fue una transformación esencial que marcó muy positivamente el futuro.

En sintonía con ello, el yacimiento del Born permite explicar que la Barcelona del periodo era próspera, lejos de las capacidades de las grandes capitales, como París, Londres o Nápoles, pero capaz de competir en el segundo escalón de la jerarquía urbana europea. El mundo de los oficios tenía una participación notable en el gobierno de la ciudad, que resultaba diversa; era muy dinámica económicamente y estaba bien conectada con toda Europa y más allá, gracias a una intensa actividad comercial. Era una población con una gran presencia de extranjeros y transeúntes, marcada por la religiosidad pero amante de la fiesta, la danza, la música, el teatro y el juego. En ella se advertían, además, pinceladas de sofisticación: en unos trajes en los que triunfaban los colores y los ornamentos, o en unos jardines para el ocio realmente extraordinarios.

Si esta ciudad tuvo fuerzas para resistir el terrible sitio de 1713-1714 y capacidad para reponerse de él rápidamente, fue gracias a los cimientos colocados en el país desde finales del siglo XVI. Sin duda, aquella sociedad no necesitaba, para seguir avanzando, que una supuesta racionalización exterior viniera a abrirle los ojos y a marcarle, por la fuerza de las armas, la dirección de un futuro mejor.

El Born permite explicar todo esto de una manera comprensible, apasionante y única. En efecto, el rasgo que caracteriza al yacimiento y lo hace del todo singular en el mundo es el hecho de que conocemos, documentalmente, quién vivía en cada casa de esta área urbana durante un largo periodo que va, al menos, desde mediados del siglo XVI hasta principios del XVIII. A partir de este conocimiento, los centenares de miles de documentos trabajados permiten explicar cómo era cada casa y qué había en cada habitación; a qué se dedicaban los talleres y qué se vendía en las tiendas; cuál era la composición de cada familia; qué relaciones mantenía cada uno con sus vecinos y con el resto de la ciudad; qué contenían los contratos matrimoniales; a quién legaban los habitantes sus bienes, cuáles eran sus actividades, qué negocios emprendían, con qué países comerciaban, qué productos exportaban o importaban, etc.

Personas, actividades y sentimientos

Con esta base, resulta fácil explicar la globalidad de la ciudad del periodo, que conocemos también en detalle, así como sus relaciones con el mundo. Narcís Feliu de la Penya, un destacado economista e historiador contemporáneo, escribió: “Una ciudad no la componen las piedras, sino sus habitantes.” En El Born esta máxima se hace realidad. El yacimiento no es un yacimiento de “piedras”, sino de personas, de actividades de todo tipo, de relaciones de trabajo, de aspiraciones, de emociones y de deseos. En definitiva, el yacimiento del Born presenta la complejidad de una ciudad y puede explicar una ciudad.

Once años después de la falsa polémica del año 2002 concretada en el mencionado eslogan, “piedras contra libros”, gracias al Proyecto del Born se han publicado más de una docena de obras de investigación, a las que pronto se sumarán algunas más. En ellas han trabajado y publicado sesenta historiadores, y el esfuerzo ha recibido dos premios Ciutat de Barcelona, el Octavi Pellissa y el Nacional de Cultura. El equipamiento, por lo tanto, está preparado para utilizar sus piedras, es decir, su conocimiento acumulado, de una manera inteligente. Este conocimiento tendrá que seguir creciendo para mantener vivo este espacio cultural. La continuidad de la investigación es, en efecto, una de las condiciones imprescindibles para un futuro prometedor del Born.

Albert Garcia Espuche

Historiador

Un pensamiento en “El Born y el conocimiento histórico

  1. Felicitats Albert, un gran article i una gran feina que amb el Born Centre Cultural arriben a bon port però que cal continuar: gestió de l’equipament, recerca i publicacions.
    M’agradat molt que hagis recordat allò de “les pedres contra els llibres” tenim la memòria molt dèbil i molta gent que ha viscut i crescut a Barcelona els darrers 50 anys no recorda que El Born tal com el podem veure avui va poder desapareixer com a mínim en dues ocasions i el seu salvament es deu a moltes persones que van lluitar per la seva preservació, entre altres les associacions professionals del patrimoni que varem transformar aquesta frase en: volem les pedres i els llibres: ja que uns i altres són fonamentals per coneixer i estudiar la història i les persones que ho van fer possible. Gràcies Albert.

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