Hemos entrado en el año 2013 con pies de plomo, con la prudencia de la crisis, pero ya estamos a las puertas de una nueva edición del Mobile World Congress, cita mundial de la telefonía que un año más sitúa a Barcelona en el epicentro de la innovación tecnológica. La ciudad hierve gracias a la creatividad de jóvenes emprendedores, de empresas que renuevan ideas y de personas que trabajan en las TIC y en nuevas aplicaciones móviles. Barcelona recupera aquel espíritu de empuje, fortaleza y creatividad que, durante la Renaixença del siglo XIX, hizo que pasara de ser una ciudad castigada política y militarmente a ser un polo de cultura, arte y progreso mundial en un ciclo que solo la guerra y la larga dictadura decapitaron. Barcelona vuelve a bullir. Vuelve a inspirar al mundo. A veinte años de los Juegos Olímpicos, sigue creciendo en liderazgo. Barcelona inspira.
Nos encontramos en el umbral de una nueva economía articulada en torno a la capacidad de conectar personas y construir comunidades, y Barcelona sobresale en este terreno. Hoy se impone de manera irrevocable un paradigma de productividad que consiste en hacer aflorar nuevas complicidades en un mundo en el que la información y todas sus mercancías agregadas circulan a una velocidad de vértigo. El campo de cualquier transacción es más abierto que nunca. Las posibilidades de internacionalización de la creatividad son también más reales. Vivimos en un planeta de ciudades que dibujan soberanamente un nuevo mapamundi de grandes urbes, cada día más emancipadas de las fronteras de sus respectivos estados.
En este mapa emergente, Barcelona se ha ganado un puesto singular. Una singularidad obtenida por méritos propios, sin jugar en contra de la marca España pero también sin ningún tipo de sumisión a ella; una marca, por otro lado, conocida en todas partes y llena de atributos que ahora no es necesario detallar. La creación de empresas capaces de instaurar nuevas realidades y desempeñar un papel decisivo en el campo del emprendimiento y la innovación es una característica del prolífico vivero empresarial de Barcelona Activa, como se apunta en el dossier central de la revista.
Destino turístico de primer orden, es también un punto de irradiación cultural y tecnológica que la convierte en una denominación reconocible en todo el mundo. Y esta percepción internacional no es atribuible solo a Gaudí o a los recientes éxitos del Barça, sino a una fuerte personalidad que viene de lejos, como demuestra Jordi Graupera en este número, repasando las referencias a la ciudad aparecidas desde los años veinte en la revista norteamericana The New Yorker.
A cada oleada de la historia Barcelona se ha reconstruido y ha redefinido su identidad. Por ello tiene muchas capas, que podemos descubrir con la magnífica Carta Arqueológica de Barcelona (http://cartaarqueologica.bcn.cat), un mapa virtual impresionante que el Ayuntamiento pone al alcance de quien quiera hacer un repaso de los estratos de nuestra historia. La ciudad de hoy también tiene muchas capas. Conviviendo con las elites emprendedoras que asisten al Mobile World Congress, hay personas que la crisis ha dejado atrás y que corren riesgo de exclusión social. Barcelona tiene que estar conectada al mundo pero también debe estar vinculada a sus propias bases, sobre todo cuando hay colectivos y barrios que necesitan el auxilio de los demás para salir adelante. Por ello el emprendimiento social se convierte en un imperativo, pero también en una oportunidad de crear negocios encaminados a luchar contra la crisis y las lacras sociales. Lejos del modelo de beneficencia, el emprendedor social se propone crear negocios sostenibles e incluso rentables que contribuyan a la emancipación de los más desvalidos. Y también en este terreno Barcelona está dando un ejemplo de liderazgo.
Es una capital en transformación, vibrante e inspiradora. Y la revista Barcelona Metròpolis vuelve a hacer el esfuerzo de documentar su energía en catalán, castellano e inglés, porque quisiera religar la ciudad con el hilo de la esperanza y ser su difusora en casa y donde pudiera ser necesario.