El declive del bestiario y el auge de los gigantes: fiestas de beatificación de San Josep Oriol de 1806

El 5 de septiembre de 1806 se beatificó a Josep Oriol, presbítero de la Parroquia del Pi. Murió el 23 de marzo de 1702 y el gran culto popular que se le rendía empujó el proceso de beatificación, que fue relativamente rápido. Así, poco más de un siglo después de haber muerto, su beatificación se celebró muy fastuosamente en toda Barcelona. Uno de los lugares que hicieron la fiesta más grande fue la Parroquia de Santa Maria del Pi, donde Josep Oriol era presbítero y había residido los últimos años de su vida.

Las crónicas hablan de un periodo largo de celebraciones en que no faltaron las procesiones y la rivalidad entre parroquias. Desde el punto de vista de la historia de los entremeses festivos, estos documentos son muy importantes porque describen la participación, el aspecto y el estado de las piezas de imaginería festiva de la ciudad. Para seguir el rastro de la evolución de los entremeses, los historiadores tienen que recurrir a fuentes que hablan de celebraciones de este tipo. En Barcelona destacan una mención a la fiesta de Corpus de 1424 en el “Llibre de Solemnitats“, las crónicas de las fiestas de canonización de San Ramon de Penyafort en 1601 y las de beatificación de San Josep Oriol en 1806.

En el caso de la beatificación de San Josep Oriol, el estudio de Amadeu Carbó “Festes de beatificació de sant Josep Oriol a Barcelona 1806-1807” se basa en tres fuentes: unas aleluyas aparecidas en 1807, la documentación que se conserva en el archivo de la Parroquia del Pi y las referencias que hace el barón de Maldà en “Calaix de sastre“. Carbó también utiliza una fuente indirecta, los testimonios que recoge Joan Amades años más tarde en “Gegants, nans i altres entremesos”. Partiendo de las referencias que se hacen del Àliga de la Ciutat, el Bou, la Mulassa, el Lleó y los gigantes, se puede saber en qué estado se encontraban y la importancia que tenían y al mismo tiempo extraer algunas conclusiones.

Nos encontramos con que el Àliga, que tradicionalmente había sido la máxima representante protocolaria de la ciudad, ha perdido toda la relevancia. Está en bastante mal estado en comparación con el resto de entremeses y sale en un segundo plano, acompañando al gremio de los revendedores. Eso pasa porque el Àliga fue uno de los entremeses más afectados durante las prohibiciones borbónicas del siglo XVIII por el hecho de que se identificaba con la causa austriacista. Tras la salida por las fiestas de beatificación de San Josep Oriol, se pierde completamente la pista.

El estudio también se centra en las figuras del Bou y la Mulassa, que en aquella época ya tenían el carácter libertino que las singulariza. Seguramente por eso fueron relegadas como elementos exclusivamente lúdicos y alejadas de todo formalismo. A modo de curiosidad, el Bou y la Mulassa de 1806 tenían un aspecto muy diferente de los actuales, se parecían más bien a las guitas bergadanas.

Relegada el Àliga a un segundo plano, el Lleó fue la estrella de las procesiones. Dicen que brillaba más que nunca cuando iba acompañado de una curiosa comparsa: la encabezaba el Pare Lleó y sus portadores iban disfrazados con máscaras de leoncitos. Esta figura continuaba ligada a su gremio, el de los curtidores, y es posible que por eso sobreviviera más tiempo que las otras, porque se sabe que continuó saliendo hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Finalmente, el autor del estudio hace referencia a las cinco parejas de gigantes de varias parroquias que participaron en las celebraciones. Como anécdota, el barón de Maldà dice que las gigantas tenían aspecto de dama francesa del momento y los gigantes eran guerreros con casco. El auge de los gigantes en detrimento de las piezas de bestiario aportan la conclusión más importante del estudio. Carbó dice que la propiedad colectiva de los gigantes, que eran de las parroquias, los convertía en un símbolo de identidad más fuerte que el bestiario, que pertenecía a unos gremios y a una forma de entender el mundo en claro declive.

El estudio de Amadeu Carbó “Festes de beatificació de sant Josep Oriol a Barcelona 1806-1807” se publicó en 1997 en la revista “Gegants” de la Agrupació de Colles de Geganters de Catalunya.