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Pioneras en el escenario: mujeres que han hecho crecer el Teatre Grec

ARTÍCULO
Situado en la antigua cantera de Montjuïc, e inspirándose en el modelo del Teatro de Epidauro, el arquitecto Ramon Reventós y el paisajista Nicolau Rubió y Tudurí diseñaron el teatro al aire libre y los jardines del llamado Teatre Grec en 1929, con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona. Estos hechos son bastante conocidos, pero lo que es más ignorado es el protagonismo de varias mujeres en su impulso, recuperación, programación y gestión a lo largo de casi un siglo. Recorremos esta vinculación histórica de la mano de Mercè Saumell, profesora e investigadora en artes escénicas.
Por Mercè Saumell
Àurea de Sarrà: danza libre y espíritu helénico
La primera mujer destacada vinculada al Grec fue la barcelonesa Àurea de Sarrà (1889-1974), una bailarina que se identificaba con la danza libre de Isadora Duncan, así como con la recreación de los ritmos de la antigua Grecia. Sarrà ya había actuado en Atenas, y cuando el arqueólogo Pere Bosch Gimpera incluyó el Congreso de Arqueología dentro de la agenda de la Exposición, interpretó con gran éxito Demèter, acompañada por el cuerpo de baile del Gran Teatre del Liceu. Aquel mimodrama nos demuestra que Sarrà estaba al día de las tendencias europeas, como mostraba la pieza mímica Amor y Psique, sobre el oráculo de Delfos, que la bailarina austríaca Grete Wiesenthal había presentado unos años antes en Viena, bajo la dirección del prestigioso Max Reinhardt.
La presencia de la bailarina Sarrà en el Grec continuó en 1930, mediante los Festivales Clásicos Áurea, que ella misma lideraba con Ambrosi Carrion como director de escena. El alcalde de aquellos momentos, Joan Antoni Güell y López, conde de Güell y marqués de Comillas, deseoso de atraer un turismo internacional culto y acomodado, aplaudió aquellas “tragedias del antiguo arte dramático griego”.
Los festivales incluían mimodramas inéditos como los que Carrion escribió para la ocasión: Mediterrània, Fedra y Niobe, con partituras de Eusebi Bosch y dirección musical de Pere Vallribera. Sarrà combinaba la reconstrucción arqueológica con la modernidad de la mujer del siglo XX. Y su ejemplo fue recogido por la bailarina belga Ivonne Attenelle, que dirigía los cursos de danza rítmica en la Residencia Internacional de Señoritas (1931-1939) con sede en el Palau Reial de Pedralbes. Justamente, programaban sus fiestas de arte de verano en el Grec, con la presentación de danzas de la antigua Grecia.
A pesar de la mirada crítica de algunos intelectuales, como Sebastià Gasch, que las calificaban de “bailarinas seudoclásicas”, estas artistas sintonizaban con los movimientos femeninos que defendían nuevos modelos corporales y una gran autonomía creativa. Un hito memorable tuvo lugar en 1932: el estreno en el Teatre Grec de Electra, de Hugo von Hofmannsthal, con la mítica Margarida Xirgu al frente.
La posguerra y el resurgimiento: Mercedes de la Aldea
Al terminar la Guerra Civil, el teatro quedó abandonado hasta su reapertura en julio de 1952, de nuevo de la mano de una mujer y de los antiguos griegos. En aquella ocasión fue la también barcelonesa Mercedes de la Aldea (1931-1954), formada en el Instituto del Teatro, quien presentó Edipo Rey, de Sófocles. El artista formaba parte de muchas iniciativas de renovación del teatro de la ciudad, fundando grupos como Yorick (con Àngel Carmona) o Teatro de la Juventud (con el cineasta Jordi Grau). Más tarde, se unió al Teatro Estudio dirigido por Juan Germán Schroeder. Esta compañía contó con otros actores destacados, como Ana María Noé y un jovencísimo Adolfo Marsillach. El gran objetivo de Aldea y de su colaboración con Schroeder fue la recuperación del Teatre Grec de Montjuïc para las representaciones teatrales. Sin embargo, una prematura y trágica muerte por accidente truncó su prometedora carrera.
Dolly Latz: la audacia de un ciclo clásico
Y de nuevo una mujer y los griegos tomarán el escenario del Teatre Grec. Hablamos de Maria Dorothea Latz, Dolly Latz (1908-1959), que se había formado como pedagoga en la Universidad de Frankfurt y más tarde como profesora de la Escuela Montessori en Roma, pero que tenía una gran vocación por el teatro, especialmente después de coincidir con Max Reinhardt en Berlín. La familia de Latz se instaló en Barcelona a inicios de los años treinta, huyendo del nazismo, y todo dio un giro a raíz del conocimiento de Latz con el alcalde, Antoni Maria Simarro. Este era amante de la cultura clásica, e impresionado por el gran dominio que Latz tenía de los trágicos, le encargó la formación de una compañía para ofrecer un ciclo de teatro clásico en el Grec. Así nació Ciudad Condal que, bajo la dirección de Latz, hizo revivir las grandes tragedias áticas durante las noches de los veranos de 1955 y 1956. Las críticas y la reacción del público fueron muy favorables. Electra, Antígona, Las troyanas y Prometeo encadenado pudieron verse en 1955 con un elenco de más de 20 actores y con un total de 48 funciones. Mientras que Medea, Ifigenia en Táuride y Hipólito coronado fueron representadas en el verano de 1956. Había también el proyecto ambicioso de hacer giras internacionales, pero la llegada del alcalde Josep Maria de Porcioles a la Casa Gran acabó con aquella aventura y con la disolución de la compañía. El hito de Dolly Latz resulta todavía muy relevante. Habría que estudiar con más detalle su influencia en generaciones posteriores y su iniciativa a pesar del clima de censura y propaganda.
Mujeres en tiempos difíciles: resistencia e innovación
Después, el Teatre Grec estuvo ocupado por los Festivales de España, promovidos por la Secretaría de Educación Popular dependiente, desde 1953, del Ministerio de Información y Turismo, que promovía aquellos festivales destinados al entretenimiento y a la instrucción. A pesar de las limitaciones e intermitencias, la presencia femenina no se detuvo.
En 1960, Núria Espert causó sensación como protagonista de un Hamlet, tal y como antes habían hecho la francesa Sarah Bernhardt o la danesa Asta Nielsen. El público se dividió entre quienes gritaban y picaban de pies en señal de protesta y quienes aplaudían con entusiasmo. Entre 1969 y 1972, el Teatre Grec permaneció cerrado, aunque de nuevo Espert había intentado reabrirlo en 1971 con Yerma, de García Lorca, con dirección de Víctor García y la innovadora lona elástica, escenografía de Fabià Puigserver. Aquel espectáculo ya anunciaba el nuevo periodo postfranquista, y aunque empezaron los ensayos en el recinto, el Ayuntamiento suspendió su estreno a última hora.
Maria Lluïsa Oliveda: la gestora que abrió puertas
El Teatre Grec abrió de nuevo por iniciativa de otra mujer, también barcelonesa: Maria Lluïsa Oliveda (1922-2020), quien, de forma privada, gestionó las temporadas 1973-1975. Oliveda provenía del teatro universitario y había formado parte del Teatre Studium de Lluís Masriera desde 1950. También fundó Pequeño Teatro en 1957. Cuando Porcioles anunció en 1972 un concurso para gestionar el Teatre Grec, se presentaron dos candidatos: ella y Ramon Bascompte. La edición de 1973 la gestionaron ambos, pero las de 1974 y 1975 las dirigió Oliveda en solitario. Desde el inicio, programó para todos, alternando textos de repertorio con danza y cantautores. Y el público respondió. En 1975 quiso que un espectáculo de la AEADG de Ricard Salvat estuviera presente en la programación: Ronda de mort a Sinera, de Salvador Espriu, que empezaba a ser histórico diez años después de su estreno. También apostó por las nuevas compañías, como Dagoll Dagom, que estrenaba Nocturno para acordeón sobre el poeta Salvat Papasseit. Estuvieron otros grupos del Teatro Independiente como Tábano de Madrid o conciertos de Joan Manuel Serrat o Ana Belén y Víctor Manuel. Oliveda fue una defensora de los derechos de las mujeres y, junto con Maria Josep Ragué, promovió en los años ochenta iniciativas al respecto como Teatre+Dona.
Tiempo de festival: Marta Tatjer y Elena Posa
Ya en el periodo democrático, otras dos barcelonesas dirigieron el Festival Grec después de que se hiciera cargo de él la Asamblea de Actores y Directores, que programó de forma autogestionada el famoso Grec 76. En 1978, la historia del Grec inició una nueva etapa como Festival de Verano de Barcelona. Tras el periodo comandado por Biel Molla y por Joan Maria Gual y Josep Anton Codina, Marta Tatjer (1943-2019), licenciada en Bellas Artes, tomó las riendas de las ediciones de 1986 y 1987. Instauró las Fiestas de la Mercè y, en su mandato, el Grec consolidó el carácter de Festival Internacional de Verano reservando los grandes espectáculos para el escenario de Montjuïc. Por su parte, Elena Posa (1949), historiadora, periodista y gestora cultural, dirigió el Grec durante un largo periodo, de 1988 a 1995, y en su programación destacaron nombres internacionales y un equilibrio entre las propuestas escénicas y los conciertos. También dio un importante impulso a los creadores locales en un momento de euforia al coincidir con los Festivales de Otoño (1989-1991), dirigidos por Mario Gas dentro del marco de la Olimpiada Cultural de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Este ha sido un viaje de 96 años por la historia del Teatre Grec de Barcelona. Y no olvidemos que este año se inicia una nueva etapa comandada por una mujer, Leticia Martín Ruiz, historiadora del arte, musicóloga y gestora cultural. La estrecha relación entre Grec y mujer continúa.