Nancy Cartwright: “Todos los dominios de la ciencia son necesarios para abordar el mundo real”

Nancy Cartwright
12/01/2023 - 08:20 h - Ciencia Ajuntament de Barcelona

Es profesora de la Universidad de Durham (Reino Unido), de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) y miembro de prestigiosas sociedades científicas como la British Academy o la American Academy of Arts and Sciences, entre otras. En febrero de 2022, la Academia Europaea Barcelona – Knowledge Hub (AE-BKH) anunció que Nancy Cartwright había ganado el Premio Europeo de Ciencia Hipatia por sus destacadas contribuciones a la investigación filosófica. La ceremonia de entrega del premio fue organizada por el Ayuntamiento de Barcelona, en colaboración con la AE-BKH. Reproducimos la entrevista que la Academia Europaea – Cardiff Knowledge Hub mantuvo con la galardonada.

Muchas felicidades por haber ganado el Premio Europeo de la Ciencia Hipatia. Tu trabajo más reciente se centra en las pruebas y su uso para fundamentar las decisiones políticas. ¿Qué te atrajo de este campo de trabajo? ¿Podrías darnos una visión general de la evolución de tus intereses de investigación?

Me especialicé en matemáticas y física cuando estudiaba en Estados Unidos. La carrera también tuvo una gran parte de filosofía, ya que estuve en la Universidad de Pittsburgh, que tenía un departamento de filosofía maravilloso y un Centro de Filosofía de la Ciencia en el que se animaba al alumnado a participar. Allí conocí a mis profesores de física y filosofía de la ciencia fuera de las aulas, así que empecé a pensar en las dos asignaturas como si estuvieran entrelazadas. Me especialicé en filosofía de la física, pero también me interesé por la causalidad y los modelos.

A diferencia de casi todos mis colegas de filosofía de la física, no me interesaba mucho dar sentido a los entresijos de la teoría de la física, sino mucho más cómo esa teoría se encuentra con el propio mundo. Así que dediqué muchos esfuerzos a intentar comprender el papel de esquemas conceptuales como la teoría cuántica en casos de la vida real en los que se suponía que era la fuerza motriz, como en los láseres y los superconductores. Ver cómo se utilizaba la teoría y cómo tenía que dialogar con tantos otros conocimientos —inevitablemente, por lo que veo, incluso en principio— me convenció de que todos los dominios de la ciencia son necesarios para abordar el mundo real. Incluso, en principio, no todo es física.

A lo largo de mi carrera anterior también tuve un vivo interés por las ciencias sociales, que son la hermana (muy) pobre de la filosofía de la física dentro del estudio de la filosofía. Así que en aquel momento no era una buena especialización profesional para una joven filósofa. Pero cuando me ofrecieron la cátedra Popper en la London School of Economics, me sentí capaz de lanzarme a la filosofía de las ciencias sociales y económicas: ¡era poco probable que me despidieran si no conseguía aportar grandes ideas!

Los filósofos siempre han estudiado la naturaleza de la evidencia, así que era un interés natural para mí dentro de la filosofía de las ciencias naturales y sociales. Me interesé seriamente por el tema cuando me pidieron que formara parte de un comité del Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos que estudiaba la «Evidencia para las ciencias sociales y la política social», en un momento en que la demanda de ensayos controlados aleatorios (ECA) se extendía por todas las ciencias sociales y económicas.

Cuando formaba parte de ese comité, me di cuenta de que las normas y los tipos de pruebas y, sobre todo, los tipos de supuestos básicos que convierten los datos, los hechos, las observaciones y los resultados experimentales en pruebas para las hipótesis suelen ser muy diferentes si las hipótesis son del tipo que esperamos encontrar en las ciencias sociales «puras» y no del tipo de afirmaciones que necesitamos para la predicción y la evaluación de políticas. Argumenté esto con tanta vehemencia en las reuniones que al primer comité le siguió un segundo comité del Consejo Nacional de Investigación sobre «El uso del conocimiento científico». A partir de entonces me volqué en este tema, ya que creo firmemente en la posibilidad del conocimiento científico tanto en las ciencias naturales como en las sociales, pero me preocupa igualmente que aprendamos a obtener los tipos de conocimiento que necesitamos para cambiar el mundo y a utilizar mejor este conocimiento con buenos fines.

Tu trabajo actual para el proyecto Knowledge of Use (conocimiento para usar) investiga cómo aunar la investigación científica y el conocimiento común para construir sociedades más dignas. ¿Qué ha permitido descubrir el proyecto? ¿Cuál ha sido su impacto?

Se trata de un proyecto de cinco años financiado por la Unión Europea y con un gran equipo. Consiguió una serie de resultados (que esperamos sean) útiles sobre varios subtemas y en seis áreas de estudio de casos diferentes. Desde la política internacional en materia de VIH/SIDA hasta la política de protección de la infancia en el Reino Unido e Irlanda, pasando por el estudio de un programa conjunto en el Gran Manchester para ayudar a las personas a salir de la depresión y conseguir y mantener un empleo.

Sobre temas generales, observamos que la objetividad a la hora de establecer y utilizar las demandas de conocimiento es mucho más exigente cuando la investigación se va a utilizar directamente para intervenir en el mundo. Desarrollamos y defendimos el concepto de objectivity to be found (objetividad que debe encontrarse), acuñado por Eleonora Montuschi, miembro de nuestro proyecto de Venecia. Dicho concepto se denomina así para subrayar que cuando la investigación se va a utilizar para influir en el mundo, no basta con adoptar métodos preestablecidos para satisfacer objetivos preestablecidos. Por el contrario, se trata de encontrar los métodos adecuados para alcanzar los fines adecuados de la manera adecuada, en el contexto de uso. Esto es especialmente exigente.

En primer lugar, desde el punto de vista de los métodos, porque hay que elegir los que mejor se adapten a los problemas y a las herramientas y conocimientos disponibles para resolverlos. En segundo lugar, desde el punto de vista de los objetivos, ya que nunca se puede determinar de forma explícita cuáles son los objetivos correctos y la forma adecuada de satisfacerlos, por lo que se requiere juicio para averiguarlos. Este es un tema tratado en mi conferencia sobre Hipatia.

También realizamos un importante estudio sobre los usos y abusos de los ensayos controlados aleatorios (ECA), que se anuncian ampliamente en los foros de política basada en la evidencia como el «patrón de oro» para demostrar las afirmaciones causales. En concreto, ofrecimos asesoramiento sobre el controvertido concepto de «validez externa»: ¿qué más información, y de qué tipo, se necesita para utilizar el conocimiento sobre los resultados medios en una población de ensayo que puede estimarse de forma fiable en un ECA bien realizado, para ayudar a informarnos sobre lo que podría ocurrir en otras poblaciones o en individuos concretos?

Asimismo, llevamos a cabo un importante estudio sobre el uso de «métodos mixtos» para demostrar afirmaciones causales, con un enfoque diferente al habitual. La táctica habitual consiste en utilizar una combinación de diferentes métodos para triangular la misma afirmación causal «general», por ejemplo de esta forma: “la política W aplicada mediante procedimientos X producirá efectos Y en el contexto Z».

Partimos de la observación de que la causa W y el efecto Y suelen estar muy alejados en el tiempo y tal vez en el espacio. Si W conduce a Y, será a través de una serie de pasos intermedios, y solo cabe esperar Y si cada uno de esos pasos se produce a su debido tiempo. Por lo tanto, se necesitan pruebas de que cada uno de esos pasos puede producirse, lo que a su vez requiere pruebas sobre cómo la causa de cada paso actuará para producir el siguiente paso, qué factores de apoyo son necesarios para que lo haga, qué podría ocurrir para desbaratarlo, etc.

De ahí se desprende inmediatamente la necesidad de disponer de un enorme conjunto de métodos para obtener pruebas sobre estos aspectos tan diversos. Esto, a su vez, nos llevó a desarrollar una nueva plantilla muy detallada sobre cómo debe ser una «teoría del cambio» para que una política consiga sus efectos, lo que hace evidente el papel que desempeñan las distintas pruebas y facilita mucho la evaluación de lo que indican las pruebas en conjunto.

¿Qué puede aportar la filosofía para afrontar los retos actuales?

La filosofía tiene mucho que ofrecer. Son milenios de pensamiento sobre cuestiones importantes como la justicia, la evidencia, la objetividad… pero sobre todo, milenios de trabajo en consonancia con otras disciplinas y fuentes de conocimiento y práctica. A eso se le suele llamar “filosofía aplicada”, pero creo que el término es engañoso, pues sugiere que en filosofía elaboramos nuestras teorías a partir de una reflexión y un análisis cuidadosos y de nuestra inserción en los mundos cotidiano y científico, para luego llevar estas teorías a deducir lo que dicen sobre casos concretos: ¿Qué dice nuestra teoría favorita de la justicia sobre una distribución justa del riesgo de Covid en España, entre diferentes generaciones y personas con capacidades diferentes? O bien, ¿qué dice nuestra teoría favorita de la evidencia sobre la afirmación de que los ensayos controlados aleatorios (ECA) son el patrón de oro para las afirmaciones causales?

No creo que pueda funcionar así. Es como mi afirmación sobre la física y los láseres. Ni siquiera Dios podría deducir cómo funciona un láser a partir de las mejores teorías de la física. Creo que Dios, como nosotros, tendría que utilizar hechos de la física junto con grandes cantidades de hechos que se encuentran fuera del dominio de la física para construir una comprensión del láser. Del mismo modo, creo que tenemos que utilizar las ideas y habilidades que aprendemos en filosofía en un esfuerzo conjunto con las ideas, habilidades y prácticas de muchos otros dominios, incluyendo el sentido común y un sentimiento de compasión si queremos que la filosofía contribuya a los retos actuales.

¿Cuáles son las prioridades y ambiciones de tu investigación?

Me gustaría que mi investigación inspirara a una cohorte de jóvenes filósofas y filósofos brillantes, con el compromiso de trabajar seriamente con otras bases de conocimiento para intentar mejorar los problemas del mundo real. Y me gustaría que lo que hago fuera lo suficientemente sólido como para que otras personas piensen que merece la pena trabajar con profesionales de la filosofía.

Fuente de la entrevista: Academia Europaea – Cardiff Knowledge Hub

***

¿Quieres estar al corriente de la actualidad científica de Barcelona?

¡Suscríbete al Boletín de Ciencia y Universidades!