Udjat, el exotismo del antiguo Egipto

El antiguo Egipto ha suscitado siempre una gran curiosidad. La grandilocuencia de las pirámides y de sus templos, la escritura de apariencia misteriosa, o los ritos funerarios que parecen ocultar secretos esotéricos serían algunos de los motivos. La admiración por el antiguo Egipto se convirtió en fascinación gracias a los pensadores griegos; una fascinación que después heredará Roma y, más adelante, toda la cultura occidental. Para los griegos la tierra de los faraones era la cuna de la civilización, visión opuesta a la de la Biblia y la tradición cristiana, que la identificaba con la esclavitud y el gobierno despótico.
En época moderna, Occidente se apropió de aquella visión idealizada de los griegos para fomentar −bajo la poderosa influencia del exotismo y la nostalgia de unos supuestos orígenes− una determinada perspectiva de la alteridad, para fijar los estereotipos de los que son «diferentes», y justificar, así, el dominio sobre ellos.
El deslumbramiento por el antiguo Egipto, que aún hoy se mantiene, surge de la egiptomanía del siglo XVIII y el mito de la «civilización perdida» de los románticos, que, a finales del siglo XIX, dieron paso al estilo neo-egipcio para, a principios del siglo XX, convertirse, bajo la apariencia estética del art decó, en cultura de masas.