Con este número de primavera, la revista Barcelona Metròpolis llega al primer año de su nueva etapa. Coincidiendo con el final de curso escolar, esta vez centramos la mirada en la educación, y hacemos balance de uno de los sectores más activos y estratégicos de la ciudad.
No sabemos muy bien si vivimos los últimos días de una época o las primeras horas de un mundo nuevo. En cualquier caso, encaramos unos tiempos difíciles, pero también interesantes. Y la escuela no es inmune a esta transformación profunda, que abre la enseñanza a las posibilidades fabulosas y a la vez vertiginosas de la revolución digital. El mundo que viene ya está aquí.
Barcelona dispondrá muy pronto de una de las mayores redes de fibra óptica del mundo, que permitirá optimizar la conexión a internet en los centros educativos. El cloud computing no es una simple herramienta para virtualizar el software y optimizar costes, sino que cambiará progresivamente el modo en que nos relacionamos con el entorno. La irrupción de las TIC en las aulas nos obliga a revalorizar la figura del docente y, más que nunca, conviene preservar la atención del alumno como el bien más preciado, porque el esfuerzo y la concentración tendrán que garantizar el vínculo entre el maestro y el estudiante.
En la esfera de la formación superior, Barcelona bulle de actividad académica. Además de ser una de las sedes preferidas a escala mundial para celebrar congresos y convenciones, la ciudad acoge cada año a miles de estudiantes que acuden a estudiar a nuestras universidades. Asimismo, universidades extranjeras abren nuevas sedes para formar a sus alumnos desde aquí. Está a punto de inaugurarse, por ejemplo, el Institute of the Arts Barcelona, una escuela inglesa de artes escénicas que se instala en Sitges con la marca Barcelona y que se propone concentrar aquí a alumnos de todo el mundo. Al margen de esta propuesta, tenemos referentes propios, como el Institut del Teatre, que este año celebra cien años en plena actividad. Junto a instituciones centenarias, un sector educativo emergente consolida a Barcelona como una ciudad ideal para aprender y formarse.
Pero abordamos la educación en un sentido amplio, no únicamente restringido al ámbito de la escuela. El cardiólogo Valentí Fuster, entrevistado en este número, nos recuerda que la salud es inseparable de la educación. Tenemos que pasar de tratar enfermedades a educarnos para la salud. También exploramos nuevas formas de educar que salen de la norma y que han dado a Barcelona casos de éxito de proyección internacional. Sería, sin ir más lejos, el caso de La Masia, la escuela del Barça, que repasamos a través de la figura de uno de sus artífices, Oriol Tort, descubridor de jugadores como Carles Puyol, Cesc Fàbregas o Bojan Krki?. También dedicamos un dossier a nuevos proyectos de educación musical, como la Sant Andreu Jazz Band, una orquesta juvenil hoy conocida en todo el mundo que ha maravillado a las grandes figuras del jazz de la escena internacional. Y presentamos a Tiching, una plataforma originada en Barcelona y con una gran proyección más allá de nuestras fronteras, que invita a maestros, padres y alumnos a compartir recursos pedagógicos en una gran comunidad virtual que aspira a ser la gran red social de la educación.
La marca Barcelona es también una marca pedagógica. Barcelona inspira también en el terreno académico.
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