Desde los años setenta, el movimiento feminista ha repetido un lema que hoy se presenta más vigente que nunca: ¡Las mujeres sostenemos el mundo!
Con claridad y sencillez, esta consigna recoge algunas de las ideas y conceptos clave de la economía feminista: reivindica la relación existente y fundamental entre los ámbitos productivos y reproductivos de la economía, defiende las aportaciones realizadas desde los trabajos domésticos, reproductivos y de cuidados para el sostén de la vida y de la sociedad en su conjunto, y denuncia la situación de desigualdad y discriminación que viven las mujeres por el hecho de tener que asumir las tareas de reproducción social, un conjunto de trabajos que se producen mayoritariamente en condiciones de gratuidad, precariedad y falta de derechos sociales.
Los datos que encontrarás en este apartado dan testigo de las condiciones de injusticia en que se produce la provisión de cuidados en nuestra sociedad. Son la constatación que evidencia que, verdaderamente, las mujeres sostenemos el mundo. La diagnosis que presentamos parte del trabajo de investigación «Economía de los cuidados y política municipal: hacia una democratización del cuidado en la ciudad de Barcelona», llevado a cabo entre los meses de setiembre del 2015 y diciembre del 2016. Un informe elaborado a partir del análisis de fuentes y documentación diversa sobre economía de los cuidados, así como de la realización de entrevistas en profundidad a personas receptoras y proveedoras de cuidado, vinculadas a espacios comunitarios, equipamientos y proyectos de titularidad municipal, y a trabajadoras —profesionales o no— del ámbito familiar.
Podemos afirmar que la responsabilidad de los cuidados en nuestra sociedad recae en un número muy reducido de personas, fundamentalmente del entorno familiar, que en la mayoría de casos son mujeres: esposas, nueras, madres, hermanas e hijas. Un modelo de provisión de cuidados absolutamente insuficiente e insatisfactorio, en el que el rol de cuidadora principal no es escogido libremente por las personas que lo ocupan y en el que las aportaciones hechas desde la Administración pública y los espacios comunitarios todavía son poco significativas. Un sistema que tiene un impacto muy negativo en la trayectoria personal de las personas cuidadoras, quienes, a consecuencia de las sobrecargas de trabajo, ven afectadas su salud física y mental, su trayectoria personal y profesional y su situación económica presente y futura.
El cuidado en titulares
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