La incertidumbre laboral, el miedo a contraer la Covid19, la imposibilidad de haberse despedido de seres queridos o el aislamiento social causados por la pandemia han y siguen afectando la salud mental de muchas personas, especialmente en aquellas más vulnerables. Según datos de la Federación de Salud Mental de Catalunya ha detectado un empeoramiento de la situación de salud mental en un 65% de los casos. Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora el próximo 10 de octubre, conversamos con la directora de la organización, Marta Poll.
¿Cuál ha sido el impacto de la pandemia y el confinamiento sobre las personas con problemas de salud mental?
En primer lugar me gustaría comentar algunos datos y consideraciones generales que hemos podido captar desde diversos organismos internacionales.
La Covid-19, tal como ya ha alertado la OMS, está teniendo y tendrá un fuerte impacto sobre la salud emocional y salud mental de la población. Las situaciones de confinamiento vividas que devendrán recurrentes por lo que estamos viendo, el aislamiento social, la pérdida de seres queridos, los eventos traumáticos y la crisis económica están suponiendo un reto enorme desde un punto de vista de bienestar emocional, que hay afrontar y hay que poner en el centro de las políticas públicas.
El Director General de la Organización Mundial de la Salud, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesu, señaló que es crucial tratar «las necesidades en salud mental como un elemento central de nuestra respuesta a la pandemia de la Covid-19 y nuestra recuperación » y que no tomar en serio el bienestar emocional de las personas conducirá a costes sociales y económicos continuados para la sociedad».
El confinamiento ha tenido un impacto sobre las personas que ya tenían diagnósticos previos de salud mental y también en población general, sobre todo en aquellos colectivos especialmente vulnerables como las personas hospitalizadas, personas mayores, personas en situación de aislamiento y/o escasos o nulos apoyos sociales, personas que han vivido situaciones traumáticas y/o consecuencias de la crisis económica, niños y adolescentes, mujeres, cuidadores/ a, etc ..
Según los datos recogidos por la Agencia de Salud Pública, mediante el Cuestionario de Salud en tiempos de confinamiento por Coronavirus «ha aumentado de forma considerable la población que refiere sintomatología ansiosa, depresiva y/o con malestar emocional».
En relación a las personas con diagnósticos previos de Salud Mental, según datos recogidos desde la Federación Salud Mental Catalunya, se ha detectado una alta capacidad de resiliencia las primeras semanas del confinamiento. Cabe señalar sin embargo, que el aislamiento y la falta de apoyos sociales presenciales y continuados en algunos casos ha repercutido en el proceso de recuperación de muchas personas. Se ha detectado un empeoramiento de la situación de salud mental (65,5%), ya sea de la sintomatología positiva como de la negativa. Se han detectado consultas y demandas relacionadas con miedo, ansiedad y angustia derivada del contexto, y en algunos casos está siendo difícil el retorno a la presencialidad en los servicios donde ya estas personas participaban habitualmente. En estos casos los mecanismos de apoyo y acompañamiento social son imprescindibles, y desgraciadamente, disponemos de recursos muy escasos e insuficientes para poder dar respuesta.
Otro aspecto relevante a destacar en relación al apoyo ha sido la brecha digital. Hay muchas personas que tienen dificultades de acceso o uso de Internet y de herramientas tecnológicas. Muchas personas no disponen de Internet en casa, o ni siquiera de teléfono móvil, o tal vez tienen poca experiencia con las nuevas tecnologías. Estas personas corren el riesgo de encontrarse más aisladas aún, y no pueden acceder de igual manera a la atención que se ha ofrecido y se continúa prestando desde los servicios.
¿A quiénes ha afectado especialmente las consecuencias de esta pandemia en relación a la salud mental? ¿Habéis podido determinar un perfil o tendencia (edad, sexo, situación económica…)?
La Covid19 ha tenido un impacto, tal y como señalábamos en la pregunta anterior, sobre las personas que ya tenían diagnósticos previos de salud mental y también en la población general, sobre todo en aquellos colectivos especialmente vulnerables como las personas hospitalizadas, personas mayores, personas en situación de aislamiento y/o escasos o nulos apoyos sociales, mujeres, personas que han vivido situaciones traumáticas y/o consecuencias de la crisis económica, personas que han enfrentado situaciones de sobrecarga, niños y adolescentes, etc.
Es importante destacar también la afectación sobre los profesionales de salud y de servicios sociales que han sido y están en la primera línea, expuestos a situaciones complejas y estrés continuado. El impacto en el bienestar emocional de estos profesionales también es relevante y hay que tenerlo muy presente para buscar estrategias de apoyo adecuadas.
Otro aspecto que nos preocupa es la situación de las personas que actualmente están en la media y larga estancia psiquiátrica y/o en recursos residenciales. Durante el periodo de confinamiento y de reanudación se ha limitado de forma considerable su relación con el entorno y con la familia. La dificultad de acceso a nuevas tecnologías ha generado situaciones de aislamiento y pérdida de contacto. Hay que mejorar estas situaciones y buscar soluciones y alternativas para garantizar el contacto y la participación con el entorno.
¿Qué nuevas demandas habéis tenido en este contexto y qué respuesta habéis articulado desde vuestra organización?
Desde la Federación Salud Mental Catalunyaa durante el periodo de Marzo a Junio hemos estado atendiendo personas telefónica, telemáticamente y en algunos casos ha sido necesario también de forma presencial. Se ha llevado a cabo el apoyo y atención desde los 13 espacios que tenemos vinculados al proyecto Actívate para la Salud mental, y desde nuestras entidades asociadas, (45 entidades federadas a SMC y 114 de sus programas y servicios han colaborado). Este trabajo coordinado y conjunto ha permitido atender y acompañar más de 5.000 personas y hemos podido vez analizar las necesidades más emergentes y ponerlas en conocimiento de la administración.
Las principales necesidades detectadas durante este periodo de pandemia han sido malestar emocional, angustia, inquietud, etc (94,6%), y muchas veces se ha verbalizado la necesidad de apoyo emocional y/o psicológico (89,3%). Otro aspecto a destacar ha sido tal y como ya hemos señalado la brecha digital. El 24% de las personas atendidas no tienen acceso a Internet. Según datos del Departamento de Salud, se ha detectado sobre todo un aumento muy importante respecto al año pasado de patologías relacionadas con la ansiedad (miedos, irritabilidad, insomnio, etc). Estos datos han sido identificados en la primaria de salud y también mediante la aplicación gestión emocional.cat.
Ante las situaciones de aislamiento y de falta de apoyos presenciales y/o formales otra actividad que hemos impulsado y reorientado desde la Federación han sido los Grupos de Apoyo Mutuo. Son grupos que ya existían antes y que tienen una finalidad de apoyo social muy relevante. Ante el contexto se ha trabajado para mantenerlos de forma telemática con el fin de seguir apoyando y acompañando a las personas. También se han elaborado materiales y guías de recomendaciones para la ciudadanía, con el fin de contribuir a mejorar la información y conocimientos en torno a la salud mental, salud emocional.
¿Qué no se ha tenido en cuenta en la gestión de esta crisis y, por tanto, qué no podemos olvidar de cara al futuro?
Desde la Federación tenemos la certeza de que no se está priorizando bastante este impacto desde las políticas públicas. Entendemos que no se trata exclusivamente de una problemática que se pueda resolver desde el sistema sanitario y que hay que incrementar e invertir en todos los ámbitos, social, educativo, sanitario, etc.
Se ha focalizado mucho la atención a la pandemia desde un punto de vista de salud física, orgánica, del todo comprensible en un primer momento, Ahora bien, se ha priorizado muy poco o nada, la atención desde una perspectiva más amplia, comunitaria, de apoyo social, que permita dar respuesta y acompañar a las personas que ya tienen problemáticas de salud mental y/o que como bien sabemos, puedan tener derivadas del contexto.
De cara al futuro hay por tanto que activar e invertir en propuestas y estrategias orientadas a la acción comunitaria. En el contexto actual donde los apoyos presenciales han disminuido de forma significativa y se ha reducido la accesibilidad a las personas, es importante por tanto priorizar acciones comunitarias, que promuevan el incremento de recursos personales y las relaciones de cooperación, entre las personas y los grupos en un determinado territorio y ámbito de actuación. Esto permitirá evitar situaciones de exclusión, hacer frente a la precariedad y garantizar los apoyos adecuados a las personas más frágiles y vulnerables desde un punto de vista de apoyo emocional y de salud mental.
¿Preveéis que a largo plazo todo lo que hemos vivido en los últimos meses (angustia, incertidumbre, aislamiento …) pueda impactar en nuestra salud mental?
Si, es del todo previsible, de hecho ya tenemos mucha información que apunta hacia esta dirección.
Según el Dr. Victor Tseng, estadounidense, la cuarta ola de la pandemia está relacionada directamente con un impacto y afectación sobre la salud mental y la economía. Dos aspectos que siempre han estado relacionados y que hay que tener muy presentes. Sabemos que los determinantes sociales tienen un impacto directo sobre la salud mental, al tiempo tal y como se describe en el informe «From exclusion to inclusion» de Mental Health Europe, el hecho de estar diagnosticado de un trastorno mental o ser cuidador/a afectan al riesgo de pobreza y exclusión. Podemos afirmar pues, que existe una relación entre los factores sociales de riesgo y la salud mental y a la inversa.
Este aspecto ya lo pudimos ver en la crisis de 2008, los resultados del informe sobre los efectos de la crisis evidenciaron que el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas de la población catalana, tuvieron un impacto sobre la salud mental de la población, de hecho fue uno de los indicadores más afectados. Diferentes organismos internacionales como las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud advierten que la pandemia del Covid19 afectará a la salud mental a corto, medio y largo plazo.
La ONU recomienda 3 acciones urgentes para reducir las consecuencias de la pandemia sobre la salud mental:
- Aplicar un enfoque dirigido a toda la sociedad para promover, proteger y cuidar la salud mental.
- Garantizar la disponibilidad de emergencia de apoyo a la salud mental y psicosocial.
Apoyar la recuperación de la Covid19 construyendo servicios de salud mental para el futuro. - Si somos conscientes de esta evidencia, no queda ninguna duda en la relevancia que tiene poner el foco en la salud mental de la población, definir estrategias serias, planificadas y con los recursos adecuados para los próximos años.
¿Cuáles son las reclamas para un futuro inmediato en cuanto a la gestión de la salud mental y emocional de la población, para este Día Mundial de la salud Mental?
El modelo de salud mental previo a la pandemia ya era un modelo de apoyo comunitario muy débil, muy deficitario, con muchas limitaciones y en proceso de construcción y desarrollo. Partimos, pues, de una base con muchas carencias, inequidad territorial y con escasez de recursos comunitarios y de apoyo. A pesar de los últimos años se ha replanteado el Plan Director de Salud Mental y Adicciones 2017-2020, orientándolo hacia un modelo que apuesta por un abordaje comunitario, aún tenemos muchas carencias para poder acompañar bien a las personas con problemas de salud mental ya sus familias.
La inversión que se hizo en el presupuesto desde un punto de vista sanitario, permitió crecer un poco en recursos, pero no ha sido suficiente, ya que las carencias eran muchas.
En otros ámbitos como el social (laboral, vivienda, apoyo en el hogar, apoyo a las familias, etc ..) el educativo, el ámbito de la justicia, no se ha crecido ni se han dedicado los esfuerzos que requiere tanto el volumen de población a atender como la complejidad que supone. El contexto de pandemia, ha puesto en evidencia la fragilidad de los servicios sociales y la necesidad de integrar más el ámbito sanitario y social. Echamos de menos que nuestras administraciones incorporen suficientemente las necesidades de atención a la salud mental actuales y las que se convertirán como resultado de la pandemia, y que en consecuencia se desarrollen las políticas y los recursos necesarios para darle respuesta. La salud mental hoy en día aún es la gran olvidada. Ya no llegábamos a dar cobertura a las necesidades de la ciudadanía antes de la Covidien-19, por lo tanto el actual modelo, con un impacto mayor de situaciones de salud mental no podrá dar respuesta. Es imprescindible restablecer, reforzar e incrementar los apoyos y servicios de salud mental sanitarios, sociales y educativos.
Los soportes comunitarios, formales e informales, capitales en el acompañamiento en salud mental tanto en primera persona como de las familias, toman una relevancia y se convierten en un pilar fundamental en el momento actual. El movimiento asociativo está haciendo una gran labor de apoyo a la ciudadanía y tiene que recibir también el apoyo que necesita. Si no somos capaces de fortalecer el modelo actual, que hace aguas por todas partes, no podremos atender ni dar respuesta a las personas y en definitiva a nuestra sociedad. Recuperamos pues esta idea tan extendida que señala que «no hay salud, sin salud mental» y que «la salud mental debe estar en todas las políticas».
La crisis sociosanitaria de la Covid19 nos ha hecho darnos cuenta de que, a menudo, somos mucho más interdependientes de lo que pensamos. ¿Es una oportunidad para entender nuestras vulnerabilidades y situar los cuidados en el centro?
Esperamos que sí, que nos ayude a tomar conciencia de la importancia que tiene nuestro bienestar personal, emocional y el de las personas que conviven y se relacionan con nosotros en los diferentes ámbitos y contextos. Tener cuidado de uno mismo y del entorno es fundamental para poder crecer, desarrollarse y dar significado a nuestro día a día. Vivimos en comunidad y las relaciones que establecemos nos nutren y contribuyen a nuestro desarrollo tanto personal como colectivo. Los espacios de cuidado entre personas son esenciales en un momento como este.
Desde la Federación tenemos una amplia experiencia en el desarrollo de espacios de apoyo mutuo, acompañamiento entre iguales, y creemos firmemente que son herramientas fundamentales para las personas, para sentirse acompañadas, para compartir experiencias, para aprender unos de otros, para disponer de redes de apoyo informal. A menudo damos más importancia a los recursos formales, servicios, etc, y muy poca a este tipo de recursos, cuando sabemos, porque nos lo han explicado infinidad de personas que han participado en estos espacios, que los GAMs contribuyen enormemente al proceso de recuperación de las personas.