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Barcelona cultura

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CELSO GIMÉNEZ, LA TRISTURA Y LA FICCIÓN DOCUMENTAL

Lun 13/03/2023 | 12:00 H
El dramaturgo y director de escena Celso Giménez.

Por Andreu Gomila

El autor y director valenciano Celso Giménez traerá al Grec 2023, tras estrenarse en el Conde Duque de Madrid, 'Las niñas zombi', su primer espectáculo en solitario después de casi veinte años creando a tres bandas con Itsaso Arana y Violeta Gil, con quienes forma La Tristura. La compañía, con base en Madrid, ha llevado el teatro a lugares poco explorados por la dramaturgia española. Además, Giménez ha sido clave en el desarrollo de dos compañías barcelonesas, La Veronal y El Conde de Torrefiel, con las que ha trabajado como dramaturgo. Podemos encontrar su nombre en 'Sonoma' o en 'Opening Night'.

Un nombre con suerte
"'Las niñas zombi' tiene un origen autobiográfico. Tiene que ver con una historia que me explicaba mi abuela cuando yo era pequeño. Me hablaba mucho de su hermano, que murió cuando yo era adolescente. Me llamo igual que su hermano. De hecho, hay tres Celsos en la familia, uno en cada generación: el hermano de mi abuela, mi tío y yo. Siempre me decía que era un nombre con suerte y que había mucha historia en torno a este nombre. Veía que había un misterio... De mayor, completé la historia. Y siempre la tuve muy presente, pero también muy olvidada. Durante una comida de Navidad, en Valencia, le pregunté a mi tío y vi que la historia coincidía con lo que me había explicado la abuela".

Una historia novelesca
"Mi tío abuelo, de joven, perteneció al Partido Comunista de Alborea, en Albacete. Participó en la Guerra Civil y, cuando perdieron, el partido le propuso irse de España. No podía quedarse en el pueblo. Le ofrecieron documentación falsa para que cruzase Cataluña y se instalara en Francia. Mientras estaba en la estación de Valencia con un amigo que se iba con él, un contacto del partido le dio los papeles. Pero ya en el tren, empezó a no verlo claro: la persona que le había facilitado los papeles estaba muy tranquila... Le propuso a su compañero bajar del tren, porque creía que todo era un camelo. El compañero siguió adelante y él se quedó por Castellón. No tenía claro en qué pueblo había bajado. Se ve que conocía a gente de la resistencia de la zona. Pasó unos días en las montañas y vio varias escaramuzas contra el bando nacional. En uno de esos tiroteos mataron a un hombre. Mi tío abuelo se la jugó y se acercó hasta el cuerpo del muerto, vio que no respiraba y cogió su documentación. Entonces, de noche, fue hasta la casa de la familia y les explicó qué había pasado. Y les pidió ayuda, que le diesen permiso para usar la documentación del muerto a cambio de decirles dónde estaba su cuerpo. No sé cómo consiguió que aceptasen (se ve que el hombre tenía mucho carisma) y, a partir de entonces, vivió cuarenta años con otro nombre: Ángel Dubois. Esto es real, porque sus hijos, siempre, en la escuela, en el médico, tenían que decir que su padre se llamaba Ángel Dubois.
    Gracias a la Ley de amnistía, pudo revelar públicamente que él era las dos personas para cobrar la pensión".

"¿Cómo es posible que no sepamos nada de nuestros abuelos? No hablo de hace mil años, sino de hace ochenta años"

La leyenda
"Este episodio del bosque, de él acercándose al muerto poco a poco, parece una leyenda. Y hasta que yo no he dicho “Oye, ¿no veis que es poco probable que todo eso pasara así como lo contaba mi abuela?”, todo el mundo había dado por cierta y totalmente real la historia... Más tarde, hablé con los hijos de Celso, que tienen unos sesenta años, y toda esta historia de mi abuela les sonaba a locura, no sabían nada. Eso me llevó a la especulación, a la leyenda, a preguntarme: ¿cómo es posible que no sepamos nada de nuestros abuelos? No hablo de hace mil años, sino de hace ochenta años".

El espectáculo
"A partir de la historia, empecé a pensar en términos escénicos. Me gustan las reconstrucciones históricas. Desde el principio, he creído que era muy importante que el origen del relato viniese de mi abuela, de la parte femenina de la familia, quien no tuvo miedo de transmitirla, incluso de tunearla, de modificarla. Entonces, me he imaginado una parte naturalista con unas nietas de mi generación que se preguntan: “¿De dónde venimos? ¿A qué estrato social pertenecemos?”. Queda claro que al mismo del tío abuelo. Ser del último peldaño de los vencidos a los que les llega el relato hecho, cerrado, y tienen que averiguar de qué modo les afecta. Un último peldaño de clase obrera, un poco zombi... Los zombis son los monstruos que más se parecen a nosotros: carne y hueso, lo mismo. Estas tres primas se enteran de todo e intentarán investigar qué pasó de verdad. Son las tres niñas zombi que deben reconstruir la historia y saber de qué manera afecta a sus vidas.
    También me interesa la parte sensorial, que no es tan explícita, menos obvia, que tiene más que ver con un poema que con el diario del día".

"Lo que me interesa es cómo generamos este híbrido entre documental y ficción en que las tres intérpretes crean un material entre mi historia y lo que son ellas hoy"

Intimidad y poeta como conceptos políticos
«Esta frase forma parte del manifiesto de La Tristura y, para mí, sigue estando vigente... La obra tuvo lugar en el 2023, en todos los sentidos, tanto en lo estético como en lo argumental. Lo que me interesa es cómo generamos este híbrido entre documental y ficción en que las tres intérpretes crean un material entre mi historia y lo que son ellas hoy. Es un documento generacional para hablar del momento actual.
    Hablando con las actrices, han salido temas como la relación que tenemos entre nuestro cuerpo y la imagen. ¿Nos preocupa? ¿Es una enfermedad de nuestra época? Y eso es importante, tiene que estar en la pieza. Todo aparece en el presente. Algo importante en el teatro es poder hablar de nuestro tiempo".

Actrices que no son actrices
"Siempre hemos trabajado con actores y actrices que no lo son, pero que conocen bien el escenario. En Cine, por ejemplo, el protagonista era un músico. En Las niñas zombi las tres actrices son bailarinas. No lo busqué. Al principio, creía que tenían que ser niñas. Y acabé con ellas. Las tres llevan media vida en el escenario. Natalia Fernandes ha hecho todas las piezas de Jesús Rubio. Con Belén Martí Lluch he trabajado en Mucha Muchacha como dramaturgo. También tengo a Teresa Garzón.
    Escogí a las bailarinas de manera muy instintiva. Creo que forman un buen grupo. Me gusta mucho la imagen de hacer un traje a medida de los cuerpos. Les pido que confíen en mí y, a partir de lo que me ofrecen, voy transformando la idea y el texto. Así lo hicimos en 'Future Lovers', en 'Renacimiento'. Es una manera de trabajar que siempre es incierta, pero que hasta ahora me ha ido bien".

"En un momento en que la virtualidad ha ganado terreno ante lo físico, el teatro es un espacio maravilloso. No es un espacio viejo y obtuso, sino que es moderno, de resistencia, bello"

El teatro como celebración
"Siempre me pregunto dónde está el umbral de la teatralidad, que no tenga que esconder cosas. Me sigue importando mucho la celebración del teatro. Y creo que tiene que ver con haber abrazado una parte del hecho teatral. El audiovisual tiene una magia muy rápida, a la que en el teatro cuesta más de llegar. En un momento en que la virtualidad ha ganado terreno ante lo físico, el teatro es un espacio maravilloso. No es un espacio viejo y obtuso, sino que es moderno, de resistencia, bello. Tenemos que celebrarlo. En 'Future Lovers' y en 'Renacimiento', la celebración está. Y es un tema que no he agotado.  Quizás tiene que ver, también, con los primeros espectáculos de La Tristura, que se centraban en la tristeza, la pena.
    Como decía Panero, en esta vida se puede ser cualquier cosa menos una lata. Si lo eres, que te lo hayas ganado, pero estaremos juntos y lo celebraremos".

La Tristura no ha muerto
"Llevaba un tiempo estudiando la posibilidad de hacer algo que no fuese firmado bajo el paraguas de La Tristura. Al final, llevamos casi veinte años con el nombre. Y este proyecto salió de mí, ha crecido así y así será. En cuanto a la producción, el equipo es muy parecido, pero tiene algo de psicomágico decir: «Se trata de otra cosa». Las obras de La Tristura siempre han sido en colectivo y la próxima obra de la compañía, que la habrá, si todo va bien, será en colectivo. Pero para esta obra me iba bien emanciparme".

La Veronal-El Conde de Torrefiel
"Conocí a Marcos Morau (La Veronal) y a Pablo Gisbert (El Conde de Torrefiel) en Valencia. Yo soy de Benimaclet. Nos conocimos a los dieciocho años. No seríamos lo que somos si no nos hubiésemos conocido y no nos hubiésemos hecho fuertes en una manera de ver la creación y la vida. Creo que soy un jugador de equipo. Me gusta mucho la sensación de comunidad, de grupo, de piña, de poder colaborar los unos con los otros, de pensar, cuando estoy en un lugar, que ellos también están. Abrir camino... En estos veinte años, hemos estado más cerca y más lejos. Es bonito que las tres compañías, aparentemente, no se parezcan mucho, pero que si las miras de cerca veas que son lo mismo. Marcos Morau, de hecho, se ha encargado del diseño de escenografía y vestuario de 'Las niñas zombi'".

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