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Barcelona cultura

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Entrevista con Joan Baixas, director de 'Daurrodó'

Lun 27/06/2016 | 12:45 H

Cildo Meireles recuerda a Miró pero con más refinamiento artístico

Director de escena y pintor, dos facetas que le motivan casi a partes iguales, Joan Baixas fue fundador de la compañía La Claca, que desarrolló junto a Teresa Calafell. Baixas es también uno de esos artistas con singladura propia y casi más reconocido internacionalmente que en casa, donde ahora afronta un nuevo reto creativo de nivel con Daurrodó, un espectáculo pictórico y teatral que presenta en el TNC dirigido a cuatro manos con el artista plástico carioca Cildo Meireles, uno de los nombres más relevantes del arte conceptual, que aborda tanto temas políticos y sociales como éticos y estéticos.

 

P. El título de Daurrodó hace referencia a que el espectáculo no tiene límites?

R. Los límites dependen de quién los pone. Pero, en mi caso, cuanto más lejos, mejor. Lo importante es sobrepasarlos. Cada espectador tiene su propia visión de dónde se ponen los límites. Daurrodó no los quiere porque las artes plásticas se mueven con mayor libertad que el teatro, que cuenta con un repertorio estable que se va renovando de forma más o menos periódica porque va incorporando a nuevos públicos. Lo mismo sucede con la música clásica: hay un repertorio conocido y las creaciones de música contemporánea tienen más complicado el recibimiento por parte del espectador.

 

P. Desde los tiempos de La Claca, usted es un creador fuera de catálogo?

R. Totalmente! Estoy fuera de cualquier círculo y no soy un buen espectador de este teatro del que hablábamos. Entiendo que se haga pero, a mí, no me interesa.

 

P. Cómo nace Daurrodó?

R. Pasé un mal momento personal que coincidió con la crisis lacerante de este capitalismo descarnado que tanto mal ha hecho a la clase trabajadora. El mundo se me vino abajo, pasé el duelo correspondiente y pensé en cómo salir de aquella situación. Se me ocurrió un proyecto que requería de otro artista, y tuve la suerte de que a Cildo Meireles le interesó. Era perfecto: un artista plástico conceptual, que no es europeo y con una personalidad fuerte. Conectamos enseguida y hemos trabajado durante cuatro años en Daurrodó. Cildo es de Brasil, un país interminable. Y, además es un creador de un rigor intelectual y una radicalidad brutales. Tiene además una gran visión internacional y encajamos bien. He aprendido muchas cosas de él.

 

P. Qué ha aprendido?

R. Una radicalidad artística pero elaborada desde la transparencia y con un aire poético que nace del interior. Tiene una gran sencillez. pero a la vez un elevado refinamiento. Me recuerda a Miró, pero con más refinamiento intelectual y artístico. Tiene una actitud de total respeto por el arte de la que no hay desviación posible. Su obra tiene una fluidez que supera cualquier dificultad.

 

P. A parte de esta colaboración con Meireles, ya había trabajado con otros artistas plásticos como Joan Miró y Antonio Saura en la época de La Claca. Qué le aportan?

R. Con La Claca, estos pintores nos ayudaban mucho porque podíamos extraer los personajes de los títeres de las figuras que ellos habían creado. En cambio, con la obra de Cildo existe el reto del arte conceptual, que está presente en las cinco piezas de que consta Daurrodó. Hay dos instalaciones, un cuento, un desfile y una pieza creada por el público. Ése es uno de los puntos fuertes de Cildo, la relación con el espectador. Al arte contemporáneo, el público tiene que entrar sin que le den demasiados detalles. Si hay que explicárselo mucho, incluso es negativo. Por contra, en el teatro, el público hace un ejercicio extraordinario porque paga su entrada, se sienta y se está un rato sin el móvil y sin comer, sólo pendiente de lo que le muestran. En cierta forma, el teatro de repertorio considera que el público es un receptor que entiende la obra a través de su imaginación poética. En el caso de Daurrodó, trabajamos la relación con el espectador como fuente de propuestas.

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