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Lemi Ponifasio: “No trabajo para los fans del teatro o de la danza, sino para los que no les gusta la danza, para los que no les gustan los samoanos”

Jue 15/02/2024 | 10:00 H

Por Andreu Gomila

El coreógrafo y artista de Samoa Lemi Ponifasio desembarcó por primera vez en Barcelona en 2010 con 'Tempest: without a body', una pieza que pudimos ver en el Mercat de les Flors. Desde entonces, no nos ha dejado de sorprender con unas obras únicas que expresan los pensamientos y sentimientos no solo de sus ancestros arraigados a las islas del Pacífico, sino también de sus vínculos con otras comunidades, como con 'Love to death', una creación que coprodujo el Grec 2023 y con la que está recorriendo todo el mundo. Hablamos con él mientras está de gira en Luxemburgo.

¿Cuál es la importancia del cuerpo en tus creaciones, los cuerpos de los intérpretes y los cuerpos de la gente corriente?
No existe nada sin el cuerpo. Todo pasa por nuestra conciencia. El cuerpo es quien eres, quien te constituye antes de que nacieras, lo que llevas contigo, la vida de tus antepasados, el baile de tu abuela, la canción de tu padre... El propósito de la representación es hacer aflorar la cara de los ancestros.

Tus creaciones siempre tienen que ver con la realidad, las luchas... ¿Cómo te relacionas con tu contexto, tus orígenes?
Trabajo con gente que me interesa y en cosas que pienso. En el ámbito artístico, pienso: ¿cómo puedo trascender el sufrimiento humano y físico? Llevarlo todo a una dimensión poética. Busco una transformación espiritual de este sufrimiento, de la injusticia. Yo soy únicamente una parte de la historia de la vida, pero tenemos que encontrar una vía, a través de la creación, para conseguir que la vida de la gente sea menos miserable. Yo no puedo acabar con la pobreza, la guerra. Eso es trabajo de los políticos. Yo tengo un rol diferente... La gente con quien trabajo son personas que buscan crear una identidad colectiva, que cuidan los unos de los otros.

"El propósito de cualquier ser humano es ser un activista. Todos tenemos una responsabilidad"

¿Te ves como un activista?
No me gusta la palabra. Creo que el propósito de cualquier ser humano es ser un activista. Todos tenemos una responsabilidad. Una vez tienes adquirido el sentido de la comunidad, ves que debes cuidar a la persona que está allí fuera, tu vecino, que, si tiene algún problema, puedes ayudarla. Si eso es activismo, perfecto.

Un artista puede expresarse de muchas formas, hacia adentro o hacia afuera. ¿Tú eres de los que miran hacia afuera?
Es un proceso. No un método. Me gusta pensar que gran parte de la vida proviene de fuera. Mi interior está relacionado con eso. Y acaba expresándose a través de la danza. Dentro de mí, no tengo toda la información, solo tengo mi imaginación. Cuando trabajo con una comunidad, por ejemplo, intento esperarlos, esperar a que me digan qué quieren decir, cómo quieren bailar, qué canción quieren cantar. Hasta que se forma un cosmos y todo se puede reducir a la existencia.

¿Dónde empiezan tus piezas?
Normalmente, a mi alrededor. Muchas de las piezas que hago nacen a través de la gente que conozco. Trato de no tener prejuicios. Si veo a alguien que lucha por algo, me inspira. Siempre quiero ser claro: la creación es un proceso muy duro. Si miro atrás y veo lo que he hecho, percibo lo que pienso y lo que intentaba entender. Para encontrar la verdad. Cuando digo esto, quiero decir que lo mejor que le puedes ofrecer a alguien es decirle la verdad. Una gran parte de nuestro sufrimiento es por culpa de la propaganda, debido a la gente que no dice la verdad. Si miras Facebook, todo el mundo es perfecto, en TikTok todo el mundo es sexi.

"La verdad es un camino. Tu intención es andar por el camino de la verdad"

¿Cómo se expresa la verdad cuando bailas?
La verdad es un camino. Tu intención es andar por el camino de la verdad. A veces, es difícil de encontrar.

¿Cómo nació 'Love to death'?
Quería hacer una obra con Elisa y Natalia, las dos mujeres que aparecen en la obra. Y como su vida es un reflejo de Chile en muchos sentidos. Hay algo político, social... Chile es un país muy loco, quizás el más fascinante del mundo. La mezcla de violencia y poesía es muy alocada. Iniciamos los ensayos en Nueva Zelanda, justo en el momento en que Camilo Catrillanca, un activista mapuche, fue asesinado por la policía. Los disturbios en Chile fueron serios. Vi su funeral y pensé que tenía que empezar aquí. Más tarde, cuando fuimos a Chile para terminar la pieza, los disturbios no habían cesado. Hacía más de tres meses que duraban. El teatro donde trabajábamos era el centro de las protestas y también el lugar donde Pinochet había asumido el poder 50 años atrás. Fue un momento muy eléctrico. Pero no quería que la pieza se viera afectada por la situación política, sino que deseaba encontrar la forma de alcanzar la poesía. Este es mi trabajo, no repetir lo que puedes ver en la tele. Buscar otra reflexión sobre nuestra existencia.

¿Has encontrado relación entre tu cultura, la samoana, y las culturas indígenas de Sudamérica?
Sí, claro está, todos somos los mismos. Nuestras vidas viven sobre el peligro y tenemos que estar atentos y alerta... Nuestras culturas, irónicamente, nos dividen. En el cosmos encontramos una genealogía común, en lugar de diferencias únicas.

¿Llevas más de veinte años intentando borrar fronteras?
Y te das cuenta de que es imposible borrar las fronteras. Es como si vivieras en una canoa plagada de agujeros. Mientras intentas tapar uno, sale agua por otro. Siempre entra agua. La vida es esto. No estamos aquí para dormir. Sino para mantenernos despiertos. Por eso me preocupan países como Luxemburgo [el día que hacemos la entrevista, Lemi Ponifasio está en Luxemburgo], donde la gente está tan dormida. Intento decirles que la riqueza no lo es todo, que deben despertarse.

"He intentado no volver a Europa. En 2017, decidí no volver. Porque Europa no es tan importante"

¿Qué importancia tiene Europa para ti?
He intentado no volver a Europa. En 2017, decidí no volver. Porque Europa no es tan importante. Cuando era joven, Europa era el sitio donde conectar con otros artistas y con el público. Tengo la sensación de que la gente ve mi espectáculo, no mi obra... De Europa siempre salgo incompleto, insatisfecho, por la naturaleza transaccional de los teatros europeos. Y yo hago una pieza porque estoy pensando en algo, porque quiero compartir mis pensamientos con la gente. Creo que podemos hacer más cosas. Europa, nos guste o no, no es solo gente blanca, sino una gran diversidad.

¿No crees que la escena teatral europea es diversa, sobre todo en Francia y en el Reino Unido?
Hay diversidad, pero no la suficiente. Siempre me pregunto por qué me invitan, qué espera la gente de MAU, mi compañía, quién vendrá a vernos. Ser incluido, para mí, no es suficiente. Todos nosotros debemos sentirnos completamente satisfechos, plenos, no solo vivir una experiencia estética. Tenemos que poder hablar con todo el mundo, con cada uno, incluir a cada uno. Yo no trabajo para los fans del teatro o de la danza, sino para los que no les gusta la danza, para los que no les gustan los samoanos, para los que no les gusta el teatro.

¿Qué relación tienes con Barcelona? Te estrenaste allí hace muchos años.
No tengo ninguna relación. Y esto es una de las cosas que me frustra cuando vengo a Europa. Estar con la gente es importante. Si he ido a Barcelona es debido a mi relación con Cesc Casadesús. Durante muchos años he buscado una ciudad donde pudiera ir y trabajar, identificarme, establecer vínculos. Pero siempre es difícil. Si pasara tiempo en Barcelona, acabaría haciendo cosas con los barceloneses. Así trabajo. No solo quiero que la gente venga a oírme o a ver mis piezas: necesito conocer gente, mantener una relación con ellos.

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