Este cambio de paradigma propone pasar de un modelo económico basado en el crecimiento indefinido de un único indicador monetario, el PIB, a otro que nos permita prosperar, lo que implica considerar el bienestar social y del planeta y, por lo tanto, tiene que ser diseñado para ser distributivo y regenerativo. La consecución de estos objetivos se mide con un conjunto de indicadores tanto sociales como ecológicos.   

Tal como afirma Kate Raworth: “Tenemos una economía que crece, nos haga prosperar o no, y tenemos que pasar a una economía que nos haga prosperar, tanto si crece como si no lo hace”.

 

Este nuevo concepto implica evolucionar el pensamiento económico y reubicar el papel de la economía dentro del concepto de desarrollo sostenible, desde aquel que pone el mismo peso en la economía que en las personas y el planeta, hasta otro en el que la economía está al servicio de las personas, garantizando unos mínimos sociales para todo el mundo, y limitado en su crecimiento por un techo ecológico.

La economía del dónut es un cambio de paradigma que implica entender que el estilo de vida vigente no se puede sostener, ni ambiental ni socialmente, y que se requiere un cambio de mentalidad y de funcionamiento de la sociedad que incorpore la cultura de los límites como un elemento esencial.

El objetivo es que todos los actores urbanos (Administración, organizaciones y ciudadanía) tomen conciencia del cambio de estilo de vida necesario y acuerden cuáles tienen que ser las nuevas maneras de operar de cada uno de estos para reubicarnos en el espacio del dónut.