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Dosier
La soledad se puede vivir como un placer o un malestar, y también la podemos sentir estando en compañía. Barcelona dispone de múltiples programas de apoyo a las personas mayores. Entrevistamos también a algunos protagonistas y beneficiarios de estos servicios, que muestran que algo tan simple como salir de casa en buena compañía puede ayudar a recuperar las ganas de vivir.
Desde una perspectiva evolutiva se ha definido la soledad como la sed de relaciones sociales. Es una condición psicológica que incluye aspectos emocionales, de malestar y cognitivos, de valorar como insuficiente el apoyo social recibido. La soledad nos habla de la necesidad que tenemos de los demás.
Vivir en soledad no conlleva necesariamente sufrir de ella, pero con el tiempo las redes sociales se deterioran o pierden y se hace sentir cada vez más la exclusión y el aislamiento social. La situación empeora en el caso de las mujeres, la mayoría de ellas con pensiones bajas. Barcelona afronta el problema de la soledad entre las personas mayores con programas de actuación públicos y del tercer sector.
El problema de la soledad se ha agudizado de tal forma en el Reino Unido que el Gobierno del país decidió a principios de año centrar en un solo departamento la lucha contra esa plaga del siglo xxi y creó una especie de ministerio para la soledad.
La esperanza de vida puede variar según el género, el barrio en que se habita, la clase social a que se pertenece, el trabajo que se realiza o la educación recibida. Y una de las condiciones que pueden influir sobre el estado de salud es la soledad.
A lo largo de la vida se dan momentos de soledad liberadora y otros en que, sumergidos en mares de aislamiento no deseado, nos limitamos a tratar de mantenernos a flote. En el caso de una sociedad envejecida como la nuestra, es frecuente que la soledad acompañe los últimos años de una persona.
La comunicación electrónica ha aumentado enormemente la capacidad de interacción con los demás. Pero hay un elemento que marca radicalmente el tipo de relaciones que podemos establecer en el espacio virtual: la ausencia física. Faltan la posibilidad de empatía y todo el conocimiento social y personal que nos transmite el cuerpo.
Barcelona, como otras ciudades europeas, está sometida a intensas dinámicas de gentrificación en algunos de sus barrios más emblemáticos. En este dosier, con la ayuda de destacados especialistas en las problemáticas urbanas, repasamos las peculiaridades del fenómeno.
Las políticas neoliberales han transformado los tradicionales espacios urbanos de sociabilidad, que han pasado a estar intervenidos por el mercantilismo. La gentrificació, lluny de ser un fenomen neutre, és un procés definit en termes de conflicte.
Para hacer frente a la expulsión del vecindario de sus barrios, Barcelona tiene que seguir tres recetas: civilizar el mercado inmobiliario, reforzar el parque público y dotarlo de una buena distribución territorial, y contar con la coproducción social de soluciones residenciales mixtas.
En las líneas que siguen se exponen las experiencias, nuevas o consolidadas en el tiempo, de ocho ciudades que plantan cara al fenómeno de la gentrificación.
Diferentes municipios que han emprendido iniciativas de creación de espacios verdes han generado nuevas desigualdades o han exacerbado las que ya existían. ¿Cómo abordar los efectos indeseables e inequitativos del urbanismo verde?
Los barrios gentrificados son objeto de deseo para muchos turistas y, a la vez, la presencia del turismo refuerza los procesos de gentrificación. Lejos de ser un fenómeno estacional y localizado en espacios específicos, el turismo disputa recursos al resto de ciudadanos hasta generar el desplazamiento de la población residente.
Situados en la disyuntiva entre decadencia y renovación, los mercados tradicionales se pueden convertir en herramientas poderosas de gentrificación cuando, apostando por una modernización radical, modifican los usos de su espacio junto con su oferta de productos y los precios vigentes.
La regulación pública del mercado inmobiliario tendría que incorporar el género como indicador de vulnerabilidad; al mismo tiempo, habría que cambiar la legislación para proteger las tareas reproductivas y de cuidados.
La Ribera, Gràcia, el Poble-sec, Sant Antoni y los alrededores de la Rambla del Poblenou son las zonas más gentrificadas de Barcelona, según los resultados de un estudio pionero que facilitará el desarrollo de políticas preventivas.
Hay normas jurídicas que garantizan el acceso a la vivienda como derecho esencial por encima de cualquier otro y que otorgan a las administraciones públicas un amplio instrumental de acción para defenderlo.
Gracias al liderazgo municipal y a la labor de los representantes vecinales, la regeneración de Ciutat Vella, en la que se empezó a trabajar en 1980, ha hecho frente al fenómeno de desertización que ha afectado a otros centros urbanos europeos.
Barcelona pone énfasis en la atención a los niños, los adolescentes y los jóvenes en su Plan de Salud Mental, como grupos de población más vulnerables al sufrimiento y a los trastornos psicológicos. Es la única ciudad de España y una de las pocas de Europa con un proyecto de este tipo.
Silvestra Moreno Impulsó la primera Asociación de Familiares de Enfermos Mentales de Cataluña y más tarde fundó la Fundación Enfermos Mentales de Cataluña, que acaba de cumplir un cuarto de siglo de vida. En el año 2000 recibió la Creu de Sant Jordi por su lucha en defensa de los afectados por estas enfermedades.
Uno de cada cuatro barceloneses tiene un problema de salud mental. Los más comunes son la ansiedad y la depresión y, de los que requieren ingreso hospitalario, la bipolaridad y el esquizofrenia.
El sufrimiento y la enfermedad mentales incrementaron su incidencia entre 2011 y 2016, en relación con periodos anteriores. Los problemas de salud mental también afectan más a las mujeres.
Barcelona es, sintomáticamente, una de las ciudades de Europa que se han mostrado más receptivas ante el drama de los refugiados y a la vez uno de los polos de atracción de inmigración del sur de Europa. El crisol de comunidades extranjeras de todo el mundo que viven hoy en Barcelona es más grande y más diverso que nunca.
Barcelona acoge hoy a más población extranjera que de otras zonas de España. La globalización ha alterado la fisonomía demográfica de una ciudad que ha sido polo de atracción de migraciones de todo el mundo en este cambio de siglo.
A diferencia de lo que pasó con otras comunidades migratorias, la crisis económica no hizo que los sufridos, ahorradores y laboriosos chinos de Barcelona volviesen a su país o partieran hacia nuevos destinos migratorios: muy mayoritariamente se quedaron. La crisis solo frenó su ritmo de llegada.
Tanto si compramos comida a deshora, como si cogemos un taxi o tomamos un shawarma en Ciutat Vella –acompañado con una lata de un vendedor ambulante–, es muy probable que entremos en contacto con miembros de la comunidad pakistaní. Pero, ¿qué sabemos de estos discretos nuevos barceloneses?
Desde 2006, cuando llegué a Montcada i Reixac, el número de mujeres pakistaníes residentes en Barcelona ha aumentado considerablemente, aunque los problemas a que se enfrentan no han cambiado mucho.
Los ciudadanos de origen marroquí forman un colectivo muy numeroso como consecuencia de los movimientos migratorios de los años sesenta. Marruecos se encuentra a tan solo una hora y media en avión, pero a veces parece mucho más lejano. Es una distancia imaginaria, causada, sin duda, por las diferencias culturales.
Los países latinoamericanos comparten una fuerte tendencia al asociacionismo, lo que se refleja en el gran número de entidades formadas por ciudadanos originarios del otro lado del Atlántico. La presencia femenina es muy importante: las mujeres latinoamericanas se han convertido en un colectivo clave para el mantenimiento del estado del bienestar autóctono.
A excepción de chinos e italianos, el volumen de inmigrantes en Barcelona se ha estabilizado, y son muchas las personas que –coincidiendo con la recesión y el encarecimiento de la vida– han optado por cambiar de municipio o volver a casa. En esta coyuntura se han hecho más visibles nacionalidades hasta ahora poco representadas como los bengalíes, los armenios o los hondureños.
Las monedas complementarias son sistemas monetarios que se crean al margen de los oficiales para promover proyectos sociales, ambientales y económicos, poniendo en valor activos y recursos locales que no se encuentran en los circuitos de inrtercambio ordinarios. Se erigen
Las monedas complementarias son sistemas que se crean al margen de las oficiales para promover proyectos económicos, sociales y ambientales, y que ponen en valor activos y recursos de ámbito local que no se encuentran en los circuitos ordinarios de intercambio.
La moneda del municipio austríaco de Wörgl reactivó la producción y la demanda interna durante la Gran Depresión. El sistema de crédito empresarial cooperativo WIR, de Suiza, es otro ejemplo exitoso de moneda complementaria. Este sistema y el de pagos móviles M-Pesa, de Kenia, son los únicos casos actuales con impacto macroeconómico.
Los bancos de tiempo son espacios en los que se intercambian habilidades, pero nunca a cambio de dinero: se contabilizan las horas de los servicios prestados por las personas y se devuelven en forma de otros servicios que necesiten.
Entre 2009 y 2010 surgen en Cataluña las primeras ecorredes, experiencias innovadoras de moneda local que promueven un funcionamiento económico al margen del sistema monetario dominante. Son redes sin ánimo de lucro de ciudadanos que intercambian bienes y servicios retribuidos en moneda social.
Este Monopoly alternativo sirvió como campo de pruebas de la moneda local de Vilanova i la Geltrú.
Santa Coloma de Gramenet ha puesto en circulación una moneda social, la grama, con el objetivo de incentivar el comercio local y fortalecer el compromiso de los residentes con su ciudad. Inspirado en este y en otros proyectos, el Ayuntamiento de Barcelona prepara una prueba de moneda local en los barrios del Besòs.
La revolución digital ha fomentado la eliminación de intermediarios en la mayoría de los sectores económicos, pero en el caso del financiero los ha hecho todavía más fuertes. La capacidad de crear dinero –exclusiva de las entidades de crédito– es la causa principal de esta anomalía. Una solución pasa por generar nuevos mecanismos de creación monetaria.
El Ayuntamiento compró y reformó la Casa de l’Ardiaca, que en 1922 abrió sus puertas como sede del nuevo Archivo Histórico de la Ciudad, con Duran i Sanpere al frente. Conmemoramos estos cien años de vida del centro con este dosier.
Los archivos fueron tanto o más débiles que las vidas humanas ante los hechos bélicos y la revolución de 1936. Se destruyeron muchos, sobre todo si estaban relacionados con la religión o la propiedad, para convertirlos en pasta de papel.
Duran i Sanpere dejó un testimonio escrito del operativo, cuya lectura permite captar las enormes dimensiones de su trabajo.
El nuevo equipamiento se convertirá en un centro de información cultural y ciudadana de primer orden. Su programación irradiará a todos los barrios de la ciudad con actividades y colaboraciones estrechas con los centros y talleres de estudio.
Al lado del Archivo Histórico de la Ciudad, las entidades surgidas de la sociedad civil han realizado una labor inestimable para preservar la memoria histórica de la ciudad.
¿Hemos pensado alguna vez qué uso prioritario damos a la ciudad y al espacio público? Hombres y mujeres utilizan la ciudad de manera diferente: los hombres se desplazan más por motivos ocupacionales (19,4 %) y las mujeres mayoritariamente por razones familiares (15,6 %) y en segundo lugar ocupacionales.
En el camino de desplazar el foco del urbanismo de la vertiente productiva a la humana cobra un relieve especial la perspectiva de género: se trata de conseguir un uso igualitario de la ciudad partiendo de la diversidad de género, origen, edad o funcional de la vecindad.
La movilidad y la seguridad son los problemas que más afectan a la vida cotidiana de las mujeres que trabajan de noche en el área metropolitana, sobre todo de aquellas que se mueven en transporte público o a pie, según las conclusiones de un estudio participativo impulsado por el Col·lectiu Punt 6.
Repensar la ciudad desde una perspectiva feminista es dejar de crear espacios con una lógica productivista, social y políticamente restrictiva, y empezar a pensar en entornos que prioricen a las personas que los van a utilizar.
Entidades y colectivos del barrio del Poble-sec crearon en 2015 un protocolo, la Guía para unas fiestas feministas, para prevenir las agresiones sexistas en la fiesta mayor y actuar frente a ellas. Se pretende hacer extensiva la guía a cualquier espacio de ocio del barrio y a la vida cotidiana.
Desde la red estratégica Metropolis Women, presidida por la concejalía barcelonesa de Feminismos y LGTBI, se trabaja para incorporar la visión de género a la Asociación Mundial de las Grandes Metrópolis, que reúne a 138 ciudades.